jueves, 26 de julio de 2007

TONY BLAIR ES LORD OXIMORON

Ciertas personas tienen una probada ambivalencia: de un lado, organizan el ingreso de los fantasmas en el castillo y, de otro lado, se brindan para desalojarlos. Otras personas, más contundentemente ambivalentes, son como la rosa de Alejandría: pirómanos por la noche y bomberos de día. De donde podemos sacar como primera y aproximada explicación que, postmodernamente hablando, el “yo” no es unidireccional, pues en una misma persona pueden coexistir pacíficamente una exuberante ristra de identidades, aunque sean contradictorias. Ciertamente, el “yo” no es en hogaño lo que fuera en los tiempos de las nieves de antaño. ¿Se trata de especulaciones? Nada de eso, y se probará convenientemente. Don Tony Blair es el paradigma de esa forma del “yo”. Digo que lo demostraremos, y así será.Don Tony Blair es formalmente laborista y realmente un conspicuo neoliberal. ¿Se trata de un oxímoron? Tal vez la explicación la tenga Carlo Goldoni en su obra teatral “Arlequín servidor de dos señores”: por supuesto, más del segundo que del primero. El formalmente laborista no tuvo empacho en diseñar una serie de políticas sobre empleo expresadas en dos documentos (uno con Berlusconi, otro con Aznar) del más atesorado pedigrí neoliberal. Y para rematar su machihembrada biografía como gobernante, en la reciente Conferencia intergubernamental logra que la Carta de los Derechos fundamentales no tenga validez jurídica en el Reino Unido. Si los fabianos de ayer levantaran la cabeza, les daría un espectacular soponcio, porque no estarían en condiciones de comprender la postmodernidad del “yo” de don Tony, el oxímoron: laborista de noche, neoliberal de día. Abro paréntesis: sépase que todavía tengo las suficientes entendederas para saber la diferencia entre liberalismo y neoliberalismo. Cierro paréntesis.Hubo un tiempo en que don Tony Blair tomó su fusil e hizo que otros fueran a la guerra contra los infieles de la morisma. Como es natural, Lord Oxímoron formaba parte de un polígono irregular: Bush y Aznar más algunos mandatarios del Este europeo. Se trataba de meter los fantasmas en el castillo o de pegarle fuego a la foresta.
Pues bien, don Tony se ha despedido de la gobernación de su país mientras sus parciales le cantaban por sevillanas aquello de “Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va...”. Pero nuestro hombre no quiere ser una carga para el Servicio Nacional de Empleo. De ahí que, según parece, ha solicitado nuevo destino. Si nadie lo remedia Lord Oxímoron será nombrado responsable del desalojo de los fantasmas que él y sus cofrades metieron en el castillo: se le encarga que medie en los conflictos de Oriente. O, si se quiere, al viejo pirómano se le ennoblece con la categoría de bombero: una inmisericorde y caballuna coz en la cruz de los pantalones que viste don Javier Solana.
Como se sabe Lord Oxímoron ha dejado paso al previsible nuevo premier británico, Mister Gordon. ¿De qué pié calza este caballero? Lo iremos viendo, pero bien podría ser que haya gentes sensatas que en Inglaterra le digan a Lord Oxímoron: “Tony, no te vayas todavía; no te vayas, por favor, que hasta la guitarra mía, llora cuando dice adiós”. Se trata de un sentido pragmático – un por si las moscas-- que hunde sus raíces en cierto sucedido (real o inventado) de una anciana santaferina. Que se explica a continuación.
Cuando yo era niño chico, la madre de Encarnación, la del Arco de la Virgen del Rosario, me explicaba repetidamente un incidente que ella protagonizó en Granada. Paseaba don Alfonso XIII por la Acera de las Angustias, saludando borbónicamente al público. Encarnación le dice: "Mahestá, no se muer’ asté". Don Alfonso, agradecido, le pregunta: “¿Y eso por qué, buenamujer?”. Ufana, Encarnación le contesta: "Mirusté, su abuela era mu mala, mu mala. Su pae, peor. Y usté, mucho peor". Así me lo contó la madre de Encarnació, la del Arco. ¿Eran figuraciones de la anciana encargada del Arco? No quise comprobarlo porque hubiera sido un acto de desconsideración a Encarna. De manera que ¿por qué te vas, Tony
?

miércoles, 18 de julio de 2007

GRAMSCI, SARKOZY ...

Ayer publicaba este blog el artículo del sindicalista piamontés Giorgio Araudo PALABRAS SOBRE LA FIAT y también ayer Raimon Obiols, en su estupenda bitácora, reflexionaba sobre Gramsci i Sarkozy. Aunque he prometido que, tras las calores, volveré in extenso sobre la Fiat, no me resisto ahora mismo a relacionar, a bote pronto, los dos artículos: el de Araudo y el de Raimon.En unas declaraciones al diario Le Figaro, el flamante presidente de la República francesa afirmaba que “en el fondo he hecho mío el análisis de Gramsci: el poder se gana por las ideas Es la primera vez [añade] que un hombre de derechas asume esta batalla”. Nuestro amigo piamontés, por otra parte, nos explica hasta qué punto la dirección de Fiat ha incrementado, a su favor, el consenso del conjunto de los trabajadores de la empresa. Esquemáticamente, pero no de manera impropia, se podría decir que la dirección de Fiat asume gramscianamente el concepto de hegemonía. Toda una situación sobre la que nuestros maîtres à pensar podrían cavilar. Y, ni que decir tiene, provoca a las izquierdas (así, en plural) de manera superlativa. Entiéndase, no sólo a las izquierdas políticas, también a las que, por comodidad, llamamos sociales. Vayamos por partes.Me permito un ligero matiz a lo que afirma Obiols sobre la frase de Sarkozy: la primera afirmación –digo yo-- es aproximadamente cierta. Porque no siempre el poder se alcanza mediante las ideas. La segunda parte de la respuesta del mandatario francés es –afirma Obiols atinadamente-- es falsa. Repase mentalmente el lector la historia reciente y caerá en la cuenta de que hay otros antecedentes de reapropiación, pro domo sua, de las derechas de un importante ramillete de ideas gramscianas. Es decir, ha habido antes personalidades de las derechas (políticas y económicas) que han leído gramscianamente los retales de los diversos `sentidos comunes´ confeccionando un traje, digo, un proyecto que ha generado un amplio consenso de masas. Obiols cita los casos más recientes de Reagan y Thatcher.Un servidor señala, asumiendo el riesgo de repetir el ejemplo, el caso del taylorismo y el fordismo. Porque es uno de los casos donde, de manera más extendida y potente, se consigue una poderosa hegemonía por parte de las derechas. El taylo-fordismo se extiende como una mancha de aceite por los centros de trabajo más culturalmente influyentes, como es sabido. Pero se introduce en los tuétanos mismos de las izquierdas, sociales y políticas. Lenín lo asume, Gramsci (con perdón) lo justifica y hasta el sindicalista revolucionario francés Rabaté lo bendice, argumentando que Lenin le ha dado sus bendiciones. Una anécdota curiosa: el pintor mejicano Diego Rivera, tras volver de su viaje a los Estados Unidos, éxplicó en el comité central del partido comunista mejicano que “Marx puso las ideas, Lenin las trasladó a la política y Henry Ford las llevó a la producción”. Hay que leer bien este planteamiento y obviar la sospecha de que Rivera tenía dos copas de más, dado que es dudoso que se presentara en dicho organismo con el cerebro en poder de las uvas.Cuando llegue la ocasión de hablar de `las palabras sobre la Fiat´ se ampliará lo que ahora apuntaré brevemente: el consenso y asentimiento de la plantilla de la factoría turinesa hacia los planteamientos de la dirección tienen un antecedente clarísimo: la gestión del ingeniero-director general de Fiat, Vittorio Valletta, a lo largo de la década de los cincuenta del siglo pasado. Que era un amplio elenco de tapas variadas –unas viejas, como el paternalismo y su combinación con medidas fuertemente coercitivas; otras nuevas, orientadas a la lectura que Gramsci dejó escrito sobre la hegemonía— con la idea de anular el poder contractual del sindicalismo, dentro y fuera de la fábrica. Valletta, como es sabido, derrotó sin paliativos a la CGIL en Fiat (1955).Aprovecho la ocasión para corregirme. Hablando por teléfono con Antonio Baylos –y con Miguel Angel Zamora, que le acompañaba tomándose un café con leche a eso de la una del mediodía-- le dí una apresurada opinión de la actual situación en Fiat, según el artículo del amigo turinés: “Antonio, eso da la impresión de que es neofordismo”. Ya lo explicaré en su momento, es simplemente `valletismo´, la filosofía del antiguo ingeniero con una cara más risueña, aunque no menos eficaz. Ahora bien, lo que importa resaltar, de momento, es la estrábica situación: Sarkozy con Gramsci –repito, pro domo sua-- y el tropel de las izquierdas en formación, naturalmente, dispersa: una parte que se popperiza; otra que viaja incansablemente a la búsqueda de la perdida y hallada en el templo; unos buscando el ontologismo de lo que pudo haber sido y no podía ser; y otros intentando paciente y fatigosamente encontrar el gran qué de la cuestión. Sarkozy, interpretando en su favor las patologias sociales con la idea de no darles la vuelta; las izquierdas cada una en su casa y Dios en la de todas. La dirección de Fiat leyendo la interpetación de Valletta sobre Gramsci y el sindicalismo de la FIOM en el quicio de la entrada del infierno dantesco.Me permito una brevísima observación a los jóvenes: procurad leer lo menos posible lo que otros han escrito sobre Antonio Gramsci, hay que hacerlo directamente. En eso hay que tener en cuenta a Sarkozy, a menos que este hombre se haya tirado un pegote.Nota totalmente prescindible a los efectos de este ejercicio de redacción. Fue un placer hablar ayer con Miguel González Zamora, un prestigioso jurista, aunque es inconcebible que antes de comer se tomara un café con leche: son las inevitables cosas de los genios. Recuerdo el viaje que hicimos al congreso de los sindicatos angoleños en la primavera de 1983. Allí nos envió Marcelino Camacho. Y en Luanda escuchamos el informe del secretario general del sindicato que –atención a la novedad-- cada media hora era interrumpido por una banda de cornetas y tambores, ofreciéndonos diversos conciertos, ya digo, en pleno informe general. La explicación era, naturalmente, que tal informe duraba unas siete horas y, por lo tanto, había que amenizar “el análisis de la situación y las perspectivas de lucha” con varias interrupciones de un cuarto de hora. Que yo sepa, esto no tiene nada que ver ni con Sarkozy, Gramsci o Valletta.

viernes, 6 de julio de 2007

CIENCIAS INTERDISCIPLINARES EN LA EMPRESA

Leo en un `suelto´ que nos proporcionó ayer el Boletín diario de Comfia:

Cada vez más, las entidades financieras buscan a matemáticos, ingenieros e incluso, licenciados en Física para ocupar puestos en los servicios centrales. En Banc Sabadell, por ejemplo, llevan varios años incorporando licenciados en carreras eminentemente técnicas como la de Ciencias Exactas. La entidad tiene en nómina a varios matemáticos en las áreas de gestión de activos, tesorería, riesgos o dirección financiera. "Hace unos años se contrataba esencialmente a economistas para estos puestos. Ahora se apuesta por esos perfiles porque cada vez se tecnifica más el banco", asegura el director general de organización y recursos de Banc Sabadell. Juan-Cruz Alcalde.La clave de este nuevo tipo de contratación es que se han creado o potenciado áreas como las de control de riesgo y de gestión. En esos departamentos se elaboran, por ejemplo, modelos matemáticos muy complejos para decidir si se concede o no un préstamo a un cliente o para configurar las carteras de inversión. En la página web de Caixa Tarragona hay varios anuncios de búsqueda de empleo. En el de técnico de control de riesgo se ofrece trabajo a licenciados en Ciencias Exactas (matemáticas) además de otras carreras.

La primera consideración es que, con un indudable retraso, se ha iniciado esta operación que, por ejemplo, en los Estados Unidos lleva unas cuantas décadas funcionando. Aunque todavía, la empresa española no cuenta, como es el caso de los Estados Unidos, con filósofos, sociólogos, lingüistas en sus diversos departamentos de personal e investigación. La segunda cuestión a poner encima del tapete es: la noticia nos indica hasta qué punto la empresa innovada está llevando a cabo, también desde hace algunas décadas, un intento de reapropiación de la ciencia y la técnica con un carácter interdisciplinar. Y, en tercer lugar, la todavía enorme distancia entre estas empresas innovadas y el conjunto del tejido productivo, todavía basado en los conocimientos (de `sentido común´) que proporciona el día a día: unos conocimientos que ya no son suficientemente capaces de dar respuestas a los grandes desafíos de esta fase de innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de las formas de organización y gestión. En resumidas cuentas, se trata de modelos que deben su eficacia a un concurso interdisciplinar de los saberes, a un empleo de los recursos y a una utilización de las tecnologías, puestos al servicio de una potente movilización de apoyo a la reestructuración del capital productivo y financiero. Aquí se trata de una implicación de la ciencia con la empresa que es muy superior a la que se dio en el sistema taylorista que, por lo general, se limitó a la práctica de las ciencias aplicadas de la ingeniería. Ustedes dispensen por la reiteración machacona: el modelo que se comenta está apoyado en la gran mayoría de disciplinas (abstractas y aplicadas) científicas y sociales. Como es natural, dos son los objetivos centrales, estrechamente vinculados: 1) la constante acumulación de capital, y 2) la consecución de la mayor tasa de beneficios. Uno y otro, no sólo orientados a la plusvalía absoluta sino –en estos nuevos tiempos— preferentemente a la plusvalía relativa. Y algo más sobre el que no se presta toda la atención debida: el casi monopolio de los altos saberes en manos de la empresa, reduce sensiblemente la capacidad de la acción colectiva del sindicalismo. Porque el conflicto social es, sobre todo, una disputa de saberes. Y tal como van las cosas, una disputa de altos saberes. De manera que parece conveniente una redefinición de qué se entiende –y hasta dónde alcanza— lo que genéricamente podríamos entender como el conocimiento, los saberes, del sindicalista. Y, por extensión, en el conjunto del sindicalismo.

Por lo demás (se trata sólo de una brevísima excursión en otro aspecto colateral), tales reflexiones no sólo serían útiles al sindicalismo, también la izquierda política podría aplicarse al cuento. Le es útil, pienso, a la izquierda que se autocalifica como `alternativa´ y, de igual manera, a la izquierda que se proclama reformista.

martes, 3 de julio de 2007

Dispersión de la negociación colectiva

En el boletín cotidiano de Comfia del día de hoy se anuncia que por fin se ha firmado el Convenio de Oficinas y Despachos de Salamanca. Para mayor abundamiento se nos remite a Leer más. Cosa que naturalmente nos disponemos a hacer, y tras su detenida lectura entramos en las siguientes consideraciones.


Lo primero es lo primero: el sindicalismo salmantino ha hecho los deberes después de meses de resistencias empresariales. Mis felicitaciones van por adelantado. Y, una vez dicho lo anterior, entremos sin protocolo alguno en lo que me parece del mayor interés: ¿tiene sentido que cada provincia española negocie su propio convenio de Oficinas y Despachos? Naturalmente, el problema no es éste exactamente sino el nivel de atomización de la negociación colectiva en España en la mayoría de los sectores de la producción y los servicios. Pero hemos preferido cavilar más concretamente, esto es, en torno a una situación particular: el mencionado convenio colectivo.

La atomización de la negociación colectiva en España tiene dos orígenes. 1) la estructura de la negociación colectiva [la llamaremos de esa manera por pura comodidad expositiva, dado que no era libre] en tiempos del franquismo, y 2) el interés que mayoritariamente tuvo el sindicalismo español democrático en que existiera el mayor número de convenios colectivos. Una y otra cuestión se explican a partir de este momento.


Nosotros, los sindicalistas que luchábamos contra el franquismo y su hijuela `sindical´, llamada la Organización Sindical Española y mucho antes la Central Nacional Sindicalista, éramos partidarios de la existencia de miles y miles de ámbitos de negociación. Porque de esa manera había más posibilidades de alejar el poder de decisión de los centros burocrático-corporatistas del sindicato franquista y, como consecuencia, desde tales ámbitos poder conseguir las mayores ventajas para los trabajadores y sus familias. Por ejemplo, en aquellos tiempos, a la vez que existía el convenio metalúrgico de la provincia de Barcelona, había también el del Baix Llobregat, el de Manresa e incluso el de Manlleu del mismo sector metalúrgico. Unos y otros propiciaron una mayor cercanía del convenio y un protagonismo decisivo del sindicalismo democrático. Una vez conseguidas las libertades democráticas también nos interesó mantener aquella difusa estructura negocial. En principio era el método en que nos encontrábamos más cómodos y más arropados por la gente. Pero esencialmente todavía no estaba en la consciencia real de los trabajadores –y seguramente tampoco en la consciencia posible-- rerordenar aquel enjambre negocial. Hubo que esperar a que Juan Ignacio Marín dirigiera la Federación sidero-metalúrgica de CC.OO. de España para que se planteara la conveniencia de un convenio `estatal´ del ramo. Que no logró hacerse camino por las resistencias internas. Debo añadir que un servidor también se resistió, y ahora –a toro pasado lamentablemente— siento que no puedo enorgullecerme de aquella postura. Actualmente las cosas siguen, en el metal, tres cuartos de lo mismo en ese sentido.

Me permito un deshago personal: en un viaje que hicimos mi maestro Cipriano García y yo a Roma para hablar con los dirigentes de la CGIL´(1974) –con el objetivo de reclamar solidaridad -- el mismísimo Luciano Lama, el primer dirigente del sindicato italiano, manifestó su sorpresa por la atomización de la negociación colectiva española. Yo le expliqué nuestras razones que no le convencieron del todo. El caso es que terminó diciendo: “Si no cambiáis esto cuando corresponda tendréis muchos problemas y los trabajadores más todavía”.


Retomemos el caso que nos ocupa: el convenio de Oficinas y Despachos de Salamanca. ¿Tiene sentido no sólo este convenio sino el de Cáceres, Valencia, Cádiz... en este sector? Hablemos con claridad de las diversas situaciones que se dan en los convenios de Oficinas y Despachos: a) negociaciones serias, b) extensión de los convenios de unas provincias a otras, y c) simulacros de negociación. Todos ellos, por lo general, quedan reducidas a las necesarias cláusulas salariales, pero sin abordar los temas de la organización del trabajo. La conclusión malelducadamente sincera es: así las cosas, no se avanza gradualmente hacia un poder contractual más fuerte y omnicomprensivo.


El argumento generalmente socorrido, en sentido contrario, son el Convenio general de la Química y el de Banca. Ahora bien, una parte no irrelevante de la explicación es que la estructura económica de ambos sectores favorece la existencia de esa negociación global. Pero se trata de una condición necesaria. La condición suficiente es que la dirección del sindicalismo de Banca y Química apostaron muy temprano por un convenio de esas características. De donde infiero que una y otra cuestión están inescindiblemente relacionadas.

Supongo que los sindicalistas de Oficinas y Despachos están por la labor de conseguir un convenio `estatal´ que aunara fuerzas más amplias, evitando las dispersiones de tantos mosaicos que, con frecuencia, no acaban por tener relación entre ellos. Y posiblemente las contrapartes sigan interesadas en mantener la fragmentación desordenada de la estructura negocial del sector de Oficinas y Despachos: una ecuación que parece de complicada solución. En todo caso, sigue pendiente –como en mis tiempos— la existencia de una ordenación del problema. ¿Dónde están las resistencias, si es que las hay? ¿Están en la casa de Anás o en la de Caifás o repartidas en las dos? En todo caso los sindicalistas de mi quinta somos responsables de ello, sin precisar, hasta un determinado momento. Y dicho cruyffianamente: a partir de “un momento dado” aquella generación deja de serlo.