jueves, 28 de septiembre de 2006

ESA LENGUA FREI BETTO, ESA LENGUA

He leído con detenimiento un celebrado artículo del padre dominico brasileño Frei Betto, "Europa, ¿primer mundo?" (1) Lo cierto es que no salía de mi asombro: de un lado, por lo que afirmaba; de otro, por lo que callaba. Estuve dudando en replicar. Mis dudas obedecían a esa sensación (bastante generalizada, por cierto) de que no se puede replicar a determinados personajes cuando han alcanzado un olor de santidad en ciertos ámbitos de algunas izquierdas. Es como si se agrediera a quien tiene una razón y una verdad históricas.

El artículo de Betto es una dura acusación, una fuerte amonestación a Europa. Preciso: a una Europa abstracta; se diría que sin personas. En ese sentido, utiliza una sintaxis muy parecida a la de ciertos ambientes españoles que hablan de los catalanes o de Catalunya en bloque: los catalanes han dicho, los catalanes afirman, los catalanes quieren esto y lo otro, cuando en realidad es una determinada formación política (por lo general, el grupo de Convergència i Unió) quien afirma y quiere.

El padre Betto (que no ha perdido la doxa dialéctica de sus hermanos dominicos) parte de una consideración muy cierta: el pasado imperialista de “Europa” y la innegable cultura eurocéntrica de los “europeos”. Una y otra cuestión que avergonzaron a no pocos europeos, de radicalidad progresista, antesdeayer, ayer y hoy. Frei Betto, por ejemplo, cita a unos cuantos, naturalmente a los más famosos. Pero no dice --entre otros silencios, tal vez involuntarios-- que aquellos imperialistas europeos eran, precisamente, los mismos que daban por saco a la gran mayoría de europeos: los de abajo, claro está. Naturalmente, son ciertas no pocas de las acusaciones que lanza contra “Europa” nuestro amigo dominico. Pero, por ejemplo, no le viene a la cabeza que el marxismo nació en Europa, que el movimiento organizado de los trabajadores nació en Europa, que el cooperativismo nació en Europa...

Betto parece dominar las categorías abstractas. Y desde ese dominio afirma que “Europa” sólo se preocupa de su confort. Valdría la pena precisar que hay europeos que tienen mucho confort, otros que están confortables, y no sé cuantos que están muy por debajo de los anteriores. En todo caso, los relativos niveles de confort no han visitado gratuitamente a los europeos: han sido el resultado de ásperos conflictos sociales, a costa de mucho dolor y sangre, de mucha represión y dificultades. De no pocas pérdidas de vidas así en los pelotones de ejecución como de pudrimiento en las (europeas, sí) cárceles. Malos tiempos son éstos en que, incluso, a Frei Betto hay que recordarle estas obviedades.

Esa lengua, Frei Betto, esa lengua... Estimado maestro, usted afirma que “fue en la Alemania de Kant, de Beethoven y Einstein donde Hitler encontró el caldo de cultivo que desembocó en las atrocidades delnazismo. Portugal tuvo a Salazar, Italia a Mussolini, España a Franco: todos ellos con las bendiciones cómplices de la Iglesia Católica”. Usted me va a permitir que, desparpajadamente, le diga que está haciendo –lo diré amablemente-- una picardía. Porque la frase, gobernada con maestra equivocidad, no nos dice si la Alemania de Kant, Beethoven y Einstein es un topos geográfico-social o si la Ilustración kantiana es la fuente de las atrocidades del nazismo. Pero, hay más: naturalmente que el cuarteto de las calaveras (Hitler, Mussolini, Franco y Salazar, aunque todos sabemos que hubo más) eran europeos, aunque es dudoso que tuvieran una filiación kantiana. Digo que la frase es equívoca porque usted se calla (en algunos momentos no sólo hay que decir la verdad, sino toda la verdad), digo que usted se calla personas como Rosa Luxemburgo, Gramsci, El Noi del Sucre, Marcelino Camacho y el huelguista (europeo) siete millones ochocientos cincuenta mil doscientos catorce. Como tampoco habla del fusilado (europeo) cincuenta mil quinientos dieciocho... Maestro, es necesario escaparse de la equivocidad europea que tanto le sirvió al Dante a lo largo de su obra y de su vida.

Es decir, maestro, que no se discute su ajustada crítica contra el eurocentrismo de ayer y lo que queda (mucho, todavía) de ello. Pero la lengua hay que gobernarla atinadamente. Y nadie dudaría en la crítica a la cofradía sindical europea que siempre se movió de manera eurocentrista. O a la mayoría de las fuerzas de izquierda europeas, incluidas ciertas rosas y determinadas hoces y martillos. Pero en el sermón hay que decirlo todo. Todo, también, con relación a la cita de Isaías: “construir la paz como fruto de la justicia”.

Todo. Que Blair, Aznar y Berlusconi (y algunos mandatarios más) siguieron a Buhs II en todas sus perrerías, es algo sabido. Pero usted mete a todos los europeos en el mismo zafarrancho. Mire, maestro: no le hablaré de los millones de europeos que se tiraron a la calle contra la guerra de Irak; tampoco le contaré que los sindicatos españoles (Comisiones y Ugt) movilizaron a un enorme gentío en los centros de trabajo con una convocatoria de huelga. Eso, ¿puedo suponerlo bien?, lo conoce usted. Sólo le daré dos datos. 1) Vivo en la localidad barcelonesa de Pineda de Mar: a las manifestaciones que se hicieron en el pueblo (once mil habitantes) acudieron más de la mitad; y 2) por razones que no vienen al caso, un servidor estaba en una importante empresa papelera de Amposta: allí pude ver a todos sus trabajadores (unos cuantos centenares) haciendo huelga contra la guerra, llevándole la contraria enérgicamente a “Europa”, pero no a Europa.

En lo que no me atrevo a polemizar con usted es con eso de que los templos europeos están más llenos de turistas que de fieles. Confío en la explicación –con lengua solvente-- que usted ofrezca. Pero es posible que tenga algo que ver con esto: una parte de europeos está hasta la cruz de los pantalones de otros europeos como don Pío Doce, don Juan Juan Pablo Segundo y don José Ratzinger, aunque hay más. Ahí está uno que usted debe conocer: un tal Rouco Varela, que es un cura inquietante. Por cierto, ninguno de ellos tiene nada que ver con gentes, creyentes a todo meter, como mis amigos, los curas Diez Alegría y González Faus, también europeos.

Por último, maestro. Cuidadito con esa lengua en relación con los inmigrantes. Usted se saca de la chistera dos preguntas: “¿Por qué causan tanto miedo los inmigrantes? ¿Son terroristas en potencia?”. Aquí también (con perdón) la cagó. Porque nos mete a todos –a “Europa” y Europa-- en el mismo cucharón. No hace falta que le diga quiénes son los que tienen tanto miedo y los que consideran a los inmigrantes como terroristas en potencia. Pero, maestro, ¿usted conoce a las buenas gentes, por ejemplo en las costas andaluzas y levantinas, que sacrifican todo para dar acogida a los hermanos que vienen de abajo? ¿Ha tenido usted, padre Betto, referencias del comportamiento de barquito pesquero alicantino en aguas de Malta, desde su capitán hasta el fogonero? Unos fenómenos, créame, estos europeos que trabajan en la mar salada.

“¿La vie en rose?” ¿Pangloss? Ni hablar del peluquín. O se dice todo o al menos casi todo o es mejor afinar el lápiz. De todas formas, intuyo que Betto comprenderá mi arrebato, aunque sea por el puro corporativismo de los que somos entrometidos.
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(1) El artículo de Frei Betto
Europa, ¿primer mundo? ¿civilizada?Frei Betto
Fecha: septiembre 26, 2006¿Europa Occidental ya alcanzó el techo de su bienestar? ¿Cuál es el futuro de un viejo continente que ya no produce ciencia y tecnología y transfiere sus industrias a países pobres en que la mano de obra es más barata? La impresión es que Europa se estancó. Que sólo se preocupa por preservar su confort. Que perdió la ilusión de la utopía, el vigor intelectual, la densidad de la fe. ¿Qué se hizo de los valores cristianos en esa sociedad que exalta la competitividad por encima de la solidaridad, y que invierte millones en biogenética y cosméticos, indiferente al sufrimiento de cuatro mil millones de seres humanos que, según la ONU, viven por debajo de la línea de la pobreza?¿Por qué causan tanto miedo los inmigrantes? ¿Son terroristas en potencia? ¿Quién colonizó sus tierras y chupó sus riquezas minerales y naturales, dejando tras de sí un rastro de miseria y dolor? ¿Por qué Europa Occidental mira a América latina a través de la óptica del prejuicio? ¿Chávez y Morales no fueron elegidos, como Lula, democráticamente? ¿Por qué ustedes, los europeos, no se levantan contra el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba y el uso de la base naval de Guantánamo como cárcel clandestina de supuestos terroristas?¿Por qué los templos católicos europeos parecen acoger más turistas que fieles? El futuro del cristianismo ¿estará acaso en movimientos que exigen al fiel privarse de su conciencia crítica, abrazar el puritanismo y una espiritualidad típica de fermento fuera de la masa? ¿Por qué se movilizan tantos europeos contra enfermedades (sida, cáncer…), accidentes (de tránsito y de trabajo) y violencias (terrorismo, guerra, homicidios…), pero se muestran indiferentes ante el principal factor de muerte precoz, el hambre?¿Por qué los europeos parecen preferir la seguridad a la libertad, y son tan condescendientes con la política agresiva del gobierno de los Estados Unidos, que busca la paz mediante la imposición por las armas? ¿Por qué no prefieren la propuesta de Isaías, de construir la paz como fruto de la justicia (32,17)?¿Qué futuro desean los cristianos europeos para Europa y para el mundo? ¿El perfeccionamiento del sistema capitalista u "otro mundo posible"? ¿Qué signos se dan hoy de solidaridad efectiva de los cristianos europeos con los pobres de África, de Asia y de América Latina?
Raíces indígenasEs un error considerar América a partir de los últimos 500 años. Más que los vestigios dejados por la colonización ibérica, es el pasado de Amerindia lo que mejor traduce nuestra identidad. Relegar al olvido las raíces indígenas de América es una manera cínica de tratar de encubrir el genocidio cometido por la empresa colonizadora. Si hay una realidad trágica en la que cabe emplear acertadamente el término "holocausto" es en América. Durante el primer siglo de la colonización fueron asesinados millones de indígenas. En nombre de la civilización y de la fe cristiana…En el mensaje de los obispos del Brasil con ocasión de los 500 años de evangelización, ellos reconocen que "la nación brasileña no puede identificarse sólo con sus últimos 500 años de historia. Cuando llegaron aquí, los portugueses encontraron habitantes en estas tierras, una multiplicidad de pueblos, de orígenes y de lenguas diversas"."Los pueblos indígenas tuvieron una influencia importante y activa en la formación del pueblo brasileño, aunque ella sea poco conocida y reconocida por la mayoría de los brasileños de hoy, que aún a veces todavía mantienen una actitud despreciativa hacia los indios. Por el contrario, queremos recordar y reafirmar: hace ahora 500 años que el Evangelio de Jesucristo llegó a nuestras tierras. Pero ya había una presencia del Dios vivo entre los pueblos que habitaban aquí. El mensaje cristiano iluminó más claramente los signos de la presencia de Dios en las criaturas y reforzó, por la ley del amor fraterno, la conciencia moral y las virtudes tradicionales de los pueblos indígenas"."Mucho más graves que las dificultades que todavía hoy persisten en lo tocante al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas son las violaciones de esos derechos realizadas por los "conquistadores" lusitanos, llegando al exterminio de una parte relevante de dichas poblaciones".El etnocentrismo europeo, todavía ahora, impide que América sea reconocida en su identidad, en su cultura, en sus valores. Hubo, desde luego, excepciones laudables, como Bartolomé de las Casas, Antonio de Montesinos, Pedro de Córdoba, Padre Vieira y otros. Pero la postura de éstos da la impresión de que es poco comprendida por los europeos y por aquellos que, en América, tienen una mentalidad europeizada.En el siglo 16 Europa ya había asimilado a Aristóteles y, en efecto, había puesto fundamentos racionales a la teología (Tomás de Aquino) y a la política (Maquiavelo). Como todo punto de vista es la vista a partir de un punto, los europeos encararon su actuación en el Nuevo Continente mediante la óptica del prejuicio. No fueron capaces de captar la consistencia y la profundidad del saber indígena, las dimensiones teológica y pastoral de sus creencias, los avances civilizatorios (comparables a los europeos) de las comunidades urbanas. Lo diferente apareció como divergente, lo extraño como amenazador, lo inusitado como maldición. Hasta el punto de que los teólogos europeos se llegaron a preguntar si los indígenas tenían alma, para así justificar el genocidio (Ginés de Sepúlveda), pues se sabía que practicaban el canibalismo.Ahora bien, en Francia, el día de San Bartolomé de 1572, Jean de Léry, que vivió en Brasil entre 1556 y 1558, presenció escenas de canibalismo que superaba lo que había visto entre nuestros indios. En su Histoire d’un voyage fait en la terre du Brasil, publicado en 1578, describe haber presenciado subastas, en Lyon y en Auxerre, donde se vendía el sebo humano y el corazón asado a las brasas de las víctimas protestantes del fundamentalismo católico…Al menos la antropofagia de los indios era un ritual. Por lo cual escribe: "Lo que se practica entre nosotros… En buena y sana conciencia creo que exceden en crueldad a los salvajes… Entre otros actos de horrenda recordación, ¿no fue el sebo de las víctimas masacradas en Lyon mucho más bárbaramente que lo que hacían los salvajes, vendido en pública subasta y adjudicado al mejor postor? El hígado y el corazón, y otras partes del cuerpo de algunas personas, ¿no fueron comidos por furiosos asesinos, de lo que se horrorizan los infiernos? … No abominemos mucho, pues, de la crueldad de los salvajes antropófagos".
¿Europa civilizada?Se habla del atraso de América latina, de la pobreza que condena a una vida indigna a cerca de 200 millones de habitantes, de un total de 500 millones, de las masacres de campesinos en Guatemala y de los niños de la calle en Brasil. ¿Pero qué representa eso ante la mortandad de las dos grandes guerras mundiales, que tuvieron a Europa como escenario, el lastre de miseria y genocidio dejado por los europeos en sus excolonias de África, o las actuales relaciones comerciales injustas entre el Norte y el Sur del mundo?No hay nadie más culto que otro, enseña Paulo Freire. Existen, sí, culturas distintas, paralelas y socialmente complementarias. El saber de un teólogo es un patrimonio tan importante como el de una cocinera. La diferencia está en que la escolaridad del primero le otorga una excelencia que el prejuicio social niega a la mujer de la cocina. Sin embargo es bueno recordar que ella es capaz de vivir sin el saber del teólogo, pero éste no sobrevive sin la cultura culinaria de ella…Hay otro principio pedagógico que Europa no ha sido capaz de absorber: la cabeza piensa donde pisan los pies. O sea, el mismo ojo teológico no enfoca del mismo modo la misma realidad, si mantiene los pies en el mundo del colonizador o en el mundo del colonizado. Las Casas quizás no hubiera sido capaz de reconocer la dignidad de los indígenas si de adolescente no hubiese convivido en Sevilla con el indicito que su padre, piloto de Colón, le trajo como regalo del Caribe…El eurocentrismo es la enfermedad senil de una cultura que se apartó de la realidad y, por tanto, cuyo universo está colocado por encima de la vida real. Fue en la Alemania de Kant, de Beethoven y Einstein donde Hitler encontró el caldo de cultivo que desembocó en las atrocidades del nazismo. Portugal tuvo a Salazar, Italia a Mussolini, España a Franco: todos ellos con las bendiciones cómplices de la Iglesia Católica. Y hoy, ¿puede decirse que Europa Occidental es el espacio por excelencia de la democracia? ¿Por qué Europa mira con tanta suspicacia a Cuba -cuyos avances en salud y en educación fueron elogiados por Juan Pablo II en su viaje de 1898-, así como a los gobiernos de Chávez, en Venezuela, y de Morales, en Bolivia, apoyados por una amplia mayoría de la población? Tony Blair, con su respaldo a la agresión imperialista de Bush -en Afganistán, en Irak y en el Líbano- ¿es ejemplo de democracia? Y la indiferencia de los gobiernos europeos ante el deterioro de las condiciones sociales, económicas y políticas de África, ¿es ejemplo de democracia? ¿Cómo hablar de democracia cuando los extranjeros son considerados intrusos y los musulmanes terroristas virtuales?
Fuente: ALAI AMLATINA, traducción de J. L. Burguet. Desde Sao Paulo