martes, 19 de abril de 2011

LA DESCANSADA POSTURA DE LAS CAPAS MEDIAS

El gobierno catalán ha dado marcha atrás en su penúltimo intento de bajar los impuestos a ese reducido pero influyente grupo de los ricachones. Por supuesto, los intereses electoralistas pesan lo suyo porque las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina. Hasta tal punto es así que –según se dice en los mentideros políticos, o sea, las ciberbarberías y las redes sociales— incluso miembros (más o menos destacados) de la coalición nacionalista y teócrata-cristiana han puesto el grito en el cielo contra la anunciada medida. Pero no conviene olvidar que se ha dado un salto: de la gelatinosa e invertebrada oposición social contra los recortes se ha pasado a un movimiento que, aunque desigualmente estructurado, se ha puesto en pie con sonadas movilizaciones en los últimos días. En resumidas cuentas, ha sido esta incipiente movilización de masas la que ha abierto las grietas en la coalición de los mandantes catalanes. Por supuesto, no conviene exagerar, pero tampoco minimizar esta retirada (coyuntural) de la bajada de impuestos a los ricachones. No se trata, pues, de repicar las campanas pero tampoco de encogerse de hombros.


Yo entiendo que la presión sostenida puede hacer variar las cosas. Por lo menos es una condición muy aproximadamente necesaria. De manera que llenar las calles y las plazas en este Primero de Mayo y el 14 de Mayo es una buena ocasión para darle más vigor, diapasón y capilaridad a la acción colectiva. Es más, para que las capas medias se despierten de su tradicional modorra. Estos acomodaticios sectores se han beneficiado históricamente de las conquistas del movimiento organizado de los trabajadores sin dar un palo al agua. “A mí que me las den todas”, parece ser la descansada postura en el diván de este personal. Y, sin embargo, los anunciados recortes afectarán drásticamente a la mesocracia catalana. De manera que su condición parasitaria (en el sentido que daba al término 
Thorstein Veblen) no les librará del estropicio. De hecho nunca les solucionó ninguna papeleta su acrisolada actitud acomodaticia, ni siquiera sus derivas populistas.


Se ha dicho más arriba que la presión vertebradamente sostenida de estos días es una condición aproximadamente necesaria para dar al traste con todo lo que sigue anunciado. Pues bien, para que dicha acción colectiva tenga utilidad de largo recorrido parece conveniente hacer una referencia histórica. En más de una ocasión, Bruno Trentin ha explicado que una de las razones de la rápida difusión del taylorismo fue la amplia red capilar que logró poner en marcha 
Frederick Winslow Taylor con el mundo de la ciencia y la técnica, con las Universidades y agencias del pensamiento. Hasta tal punto fue así que incluso algunos santos padres de la izquierda cayeron embelesados en el sistema de organización del trabajo ideado y puesto en marcha por el ingeniero norteamericano. ¿A dónde queremos llegar?


Nos referimos a lo siguiente: a la necesidad de que este movimiento social de protesta contra los recortes debe imitar pro domo sua al ingeniero norteamericano en la creación de hegemonía; a darle a la protesta un contenido de proyecto; a buscar las más amplias alianzas estables con todos los sectores afectados por la plaga neoliberal. Lo que existe actualmente, siendo importante, no basta. No nos basta.