jueves, 4 de agosto de 2011

EL COMPROMISO COMUNISTA DE FAUSTO COPPI

En Antagonismi da dopoguerra tiene el fatigado lector cumplida referencia de la militancia antifascista de los dos grandes astros del ciclismo mundial durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado: Fausto Coppi y Gino Bartali. Coppi con su abierta militancia en el Partido Comunista Italiano y Bartali desde su declarada adhesión a la Democracia Cristiana. Ambos dieron destacadas pruebas durante la resistencia contra Mussolini y los ocupantes nazis. Ello me dio pié a imaginar un relato en FAUSTO COPPI Y JOSÉ PÉREZ GARZÓN.Cuando yo era niño chico no sabía, como es natural, las democráticas andanzas de los dos grandes ciclistas italianos. Ahora me culpo de haber propalado por la Vega de Granada toda clase de infundios contra Gino Bartali, al que Pepelópez, mi progenitor, admiraba. Por ejemplo, un servidor aseguraba enfáticamente, sin tener ningún dato al respecto, que Bartali era un cagamandurrias para contrarrestar la propaganda de Pepelópez. También dije, con la imaginación del sectario en flor, que Bartali hacia trampas y que se había puesto un motorcillo en la bicicleta. Para rematar que Bartali no le llegaba a las zapatillas de Coppi, que siempre iba por delante.Pero llegó un momento en que Pepelópez y yo hicimos las paces: el beaterio y el beaterío locales empezaron a poner verde a Fausto Coppi. Resulta que el bribón de Pío Doce casi excomulga al campionessimo porque se enteró de que tenía relaciones con una señora (a quien conocíamos en Santa Fe como la Dama Blanca) que estaba casada con otro. Mi padre, contra la reacción de la clerigalla, reaccionó con un “vaya cutes que tiene Coppi”. Ante esa muestra de cariño no tuve más remedio que reconciliarme, en los aspectos ciclistas, con mi padre. Y, como prueba de ello, empecé –sin dejar de militar en Coppi— a difundir que Bartali era fenomenal.Y casi lloramos cuando nos enteramos de que, subiendo una pendiente, Fausto Coppi, al ver que al rival se le había terminado el agua, le tendió el botellín y le dijo: “Toma Gino, bebe”. Y, tras ello, empecé a urdir leyendas favorables a los dos. Que conste, yo siempre desde el bando de Coppi. Por ejemplo, la solidaria relación de ambos ciclistas con nuestro José Pérez Garzón. Del que, al final, iba explicando que, cuando le llevó la recolecta para los presos políticos españoles a José Cid de la Rosa, la obligada contraseña clandestina fue: “Seno al cuadrado de x más coseno al cuadrado de x es igual a Uno”. La respuesta de Pepe Cid fue la convenida: “Ni más, ni menos”. Cuando se separaron, el primero dijo: “Me cago en la bizca, pero si es Pepe Cid de la Rosa”. Y éste: “Pero si era Pérez Garzón. No sé a qué venía tanto misterio”. La leyenda concreta que la cita fue en el Bar Chiquilín, regentado por la familia Rodríguez Alconchel.