lunes, 7 de diciembre de 2009

A LAS 12 DEL 12 EN MADRID


Todo indica que la manifestación de los trabajadores de toda España que se celebrará en Madrid el próximo día 12 será un éxito. Por supuesto, éste es mi deseo, pero también los indicios apuntan en esa dirección. Naturalmente, no es cosa de confiar en los hados, de manera que todavía queda mucha tela que cortar y mucho hilo por organizar. Y en eso están los activistas sindicales.


Harán bien los grupos dirigentes en leer la manifestación, en interpretar seria y rigurosamente el nivel de participación y las características de la misma. Por lo general, la tendencia que siempre hemos tenido ha sido la lectura cuantitativa: fuimos tantos miles y miles y miles. Naturalmente, así también debe ser ahora. La explicación es bien sencilla: esa vieja dama que es doña Correlación de Fuerzas entiende de números. Pero tan caprichosa amiga atiende en no menor medida a los elementos cualitativos que, desde tiempos inmemoriales, no analizamos con detenimiento. Esto es, qué tipologías de gente se manifiestan, qué sectores acuden a la movilización, qué grupos de edad asisten, qué corean, desde dónde vienen todos ellos, qué describen sus pancartas, cómo van vestidos, qué dicen sus caras… No se trata de un exhibicionismo sociológico sino de almacenar los datos que, individual y colectivamente, expresan una demostración de fuerzas. Quedamos, pues, en la conveniencia de leer la manifestación en su doble vertiente cuantitativa y de calidad.


Esa doble interpretación es necesaria porque las exigencias concretas que motivan la presión organizada del día 12 apuntan, en el fondo, a que la salida de la crisis sea una condición para una efectiva justicia social y la igualdad. En mi opinión, ese es el trasfondo de los planteamientos reivindicativos de esa gran apuesta del día 12.


Desde luego, el gran gesto colectivo de la manifestación—entendida como proceso-- puede apuntar a que el sindicalismo confederal (CC.OO. y UGT) aborde con mayor soltura los cambios sociales y económicos, que están presentes en esta coyuntura de innovación-reestructuración y de crisis general, que todavía está lejos de disiparse, y de afrontar el problema de la fragmentación social, y de ahí encarar los enormes desafíos: el gobierno de las transformaciones en curso extendiendo los derechos en el trabajo y en el territorio. En resumidas cuentas, mostrar la utilidad protectora y de representación del sindicalismo confederal, tanto en los grandes asuntos como en los (aparentemente) menores.


Lejos de un servidor pensar que el 12 será la panacea. Hablo de iniciar un proceso cualitativo. También en la personalidad, en la forma de ser sindicato. De ahí, me permito insistir, la necesidad de una lectura meticulosa de las características cualitativas de la manifestación. Y, por supuesto, sacar las debidas consecuencias. Por ejemplo, se observa en los foros de Internet (facebook y otros) el gran ajetreo juvenil organizando el día 12. La pregunta es: ¿van a estar siempre en el banquillo? No quiero banalizar las cosas, pero acordaros de Pep Guardiola y del aluvión de muchachos que ha sacado de la cantera a jugar en el primer equipo en las grandes solemnidades…


Por lo demás, no perdamos el tiempo en la batalla de las cifras de los participantes: siempre hay voces interesadas en demediar el número. Son gentes que afirman que en el teorema de Pitágoras el cuadrado de la hipotenusa es igual a la resta de los cuadrados de los catetos. De manera que es inútil esa polémica. Así pues, nosotros a lo nuestro: a ver qué gentes acuden. Una buena parte de ellos expresan la identidad actual del sindicalismo confederal y otro buen cacho indica la identidad que va siendo y que, sin duda, será a no más tardar. Consolidemos, pues, “ambas” identidades estableciendo el machihembrado para generar la identidad in progress, la que va siendo.