viernes, 27 de enero de 2012

ELENA VALENCIANO

En puertas de que la ciudad del trabajo y sus amistades se echaran a la calle el pasado día 19, Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, afirmó desparpajadamente que las protestas no ayudan a que en el exterior se confíe en España (1).  Primera consideración, seguramente no querida por Valenciano: los millones de personas de carne y hueso que recibieron hace meses los hachazos de la motosierra y, ahora más todavía, al no resignarse a lo uno y lo otro (especialmente en estos momentos) trasladamos al exterior una mala imagen. Por lo demás, Valenciano no dice nada acerca de cómo deben reaccionar esos millones de personas que –antes estaban agredidos y ahora lo son más todavía--  ante lo que les está cayendo. Por supuesto, para compensar la idea propone a Rajoy que dialogue, que pacte con ellos. Pero en la Torre del Homenaje, al margen del común de los mortales. Una propuesta que, por sus características, se hace como si estuviéramos en una situación normalizada, y no excepcional.

Segunda consideración: el común de los mortales no debió considerar adecuadas las palabras de Valenciano –¡hay que ver los esfuerzos que tiene que hacer uno para no trasladar medio kilo de ira al ciberespacio!--  y puso el músculo (que no duerme) en movimiento. Como quien no acepta que la política se haga sólo en un único lugar y por arriba.

Empiezo a pensar que en el PSOE existen varias crisis superpuestas: una, de posición en esta fase que no es un momento de normalización; dos, de proyecto capaz de abrir unas pistas de cómo salir de esta situación; y tres (que puede ser la primera) de liderazgo. Que, en esta situación anormal, es un elemento de primer orden en el escenario político español.  De ahí que la pregunta podría ser: ¿durante cuánto tiempo tendrán los socialistas la imaginación descansando?

Tercera consideración: ¿cómo entender que la ciudad del trabajo y sus amistades estaban el día 19 en la calle de manera oceánica y las difusas planas mayores del socialismo español estaban en su lugar descansen?  

Cuarta consideración: ¿no tienen los socialistas algún recambio que pueda decir algo con pies y cabeza, que pueda hacer algo útil en estos momentos? Y digo yo: ¿por qué no sacan del archivo a Josep Borrell?