Naturalmente sobre el Referéndum del Estatut d' Autonomia de CatalunyaLos datos están en la calle: ganó el sí de manera contundente y la participación ciudadana no llegó a la mitad del electorado. Así las cosas, los partidarios del sí ganaron con claridad, los adversarios fueron derrotados y todos –los unos y los otros— han fracasado sin palitativos a la hora de interesar a la gente para que fuera a las urnas en la diversa orientación que requerían. Y, como es natural en estos casos, la fanfarria ha empezado. Los aullidos de Rajoy organizan el comistrajo de la indebida y obscena apropiación de los resultados en la irregular mezcla de sus pocos votos contrarios y el amplio nivel de la abstención. Sin lugar a dudas, es la enésima reedición de la rutinaria práctica de deslegitimar todo lo que no sale de su caletre. Pero dejemos a este hombre que es voluntariamente incorregible paseando su soledad por las playas de Marbella, luciendo su piel morena, como en su día anticiparon en una conocida canción “Los cinco Latinos”.
En otro orden de cosas, los árboles del sí no pueden ocultar el bosque. De ahí que sea necesario que los partidos políticos busquen “las causas primeras” (o se aproximen a ellas) de por qué, también en esta ocasión tan señalada, la mitad del electorado se ha quitado de en medio. Naturalmente, hay unas “segundas causas” en esta abstención tan potente: a) un tiempo larguísimo hablando sobre el Estatut que una considerable parte de la ciudadanía consideraba un latazo, b) un gobierno catalán que no contaba con los suficiente niveles de cohesión política, y no se cuántos motivos, importantes pero no determinantes de la abultada y pertinaz abstención. Las causas primeras, en definitiva, no pueden estar principalmente ahí. Tal vez --se trata de una intuición-- el problema radique en la inadecuación del actual carácter de la política y lo que la ciudadanía espera de ella. En otras palabras, la política sigue substancialmente igual, en sus contenidos y morfologías, que hace ochenta o cien años. La gente, sin embargo, ha cambiado profundamente porque el paradigma ha mutado lo suyo.
En otro orden de cosas, los árboles del sí no pueden ocultar el bosque. De ahí que sea necesario que los partidos políticos busquen “las causas primeras” (o se aproximen a ellas) de por qué, también en esta ocasión tan señalada, la mitad del electorado se ha quitado de en medio. Naturalmente, hay unas “segundas causas” en esta abstención tan potente: a) un tiempo larguísimo hablando sobre el Estatut que una considerable parte de la ciudadanía consideraba un latazo, b) un gobierno catalán que no contaba con los suficiente niveles de cohesión política, y no se cuántos motivos, importantes pero no determinantes de la abultada y pertinaz abstención. Las causas primeras, en definitiva, no pueden estar principalmente ahí. Tal vez --se trata de una intuición-- el problema radique en la inadecuación del actual carácter de la política y lo que la ciudadanía espera de ella. En otras palabras, la política sigue substancialmente igual, en sus contenidos y morfologías, que hace ochenta o cien años. La gente, sin embargo, ha cambiado profundamente porque el paradigma ha mutado lo suyo.