jueves, 8 de junio de 2006

EN LA UNIVERSITAT PROGRESISTA D'ESTIU

INTRODUCCION A LA MESA REDONDA: Renovación de la cultura democrática

Barcelona, 7 de Julio de 2006

José Luis López Bulla


Es para mí un honor estar aquí, y lo es más hacerlo junto a estas tres personalidades de la vida intelectual española: los profesores Reyes Mate (Centro superior de investigaciones científicas), Javier Rodrigo (London School of Economics) y Daniel Innerarity (Universidad de Zaragoza). Ni que decir tiene que, además, es un inmenso placer conversar sobre un tema de tanta importancia como el que nos convoca en esta ocasión: la renovación de la cultura democrática. Gracias a los organizadores por pensar, tal vez exageradamente, que un servidor podía ser de alguna utilidad. Esto sólo se explicaría porque el doctor Vicenç Navarro me mira con muy buenos ojos.

Hace tiempo que vengo observando que, cuando se habla de vida democrática y de participación, se está excesivamente distraído con relación a la cuestión social y al movimiento de los trabajadores. Todos buscan, con o sin linterna en la mano, la nueva cultura democrática, pero hacen abstracción de no pocas realizaciones que a diario se dan en los centros de trabajo. En ese centro de trabajo que conoce las más gigantescas transformaciones en ese acelerado tránsito del sistema fordista hacia otro paradigma que ya no se caracteriza por el “apelotonamiento” de masas en unos determinados metros cuadrados. Un nuevo paradigma que, en expresión de mi amigo Paco Rodríguez de Lecea, se caracteriza por unas nuevas placas tectónicas.
Cada día se producen en los centros de trabajo un promedio de tres elecciones sindicales. Los niveles de participación son aproximadamente del noventa por ciento. Las razones de ello se encuentran en: 1) los problemas que se ventilan se refieren a las condiciones materiales de vida y trabajo de las personas, 2) los candidatos son gentes que conocemos la mar de bien, 3) la normativa expresa que podemos incluso revocarlos, y 4) la urna está ahí al lado. Cuatro elementos que conforman lo que podríamos llamar democracia próxima. Quiero significar que, tras estos actos formales de las elecciones, hay detrás un proceso de discusión de los programas electorales de cada sindicato y de la pre-elección de los candidatos, algo así como unas primarias. Esta es una costumbre que tiene CC.OO. de Catalunya desde muchísimos años: muy anterior, desde luego, a las primarias entre Almunia y Borell. Finalmente todo lo anterior se concreta en un amplio tejido de representantes que supera las cien mil personas. En resumidas cuentas, buscando desesperadamente la nueva cultura democrática no caemos en la cuenta que ahí, en los centros de trabajo, hay un potente indicio de hechos participativos. Que un servidor traiga esto a colación, podría ser interpretado como una deriva hacia mi vieja actividad como sindicalista; sin embargo, creo que tiene una significación cultural y política de gran envergadura. Los hechos, así las cosas, muestran que el movimiento sindical es el sujeto que promueve más hechos participativos en nuestro país. Y sin embargo, el oscurecimiento de la cuestión social impide las escasas referencias a estos aconteceres, aunque posiblemente el sindicalismo no haga justa ostentación en publicitar sus realizaciones de democracia próxima. Estos hechos participativos, por otra parte, expresarían que también en el nuevo paradigma posfordista (lo digo en términos descriptivos, no normativos) se puede renovar la democracia política. Ahora bien, tengo para mí que esta renovación no vendrá principalmente por una serie de normas que siempre serán necesarias. Vendrá fundamentalmente por la lectura de los procesos que están en curso y por entender que el agente principal de la gran industria (como se decía muy antiguamente) ya no es la cadena de montaje: es la Red. En resumidas cuentas, el envejecimiento de la democracia es la consecuencia de que la política siga expresándose en términos fordistas mientras las cosas han cambiado que es una barbaridad, según dejó cantando, don Hilarión en aquella famosa verbena. Gracias.