No es infrecuente que la firma
definitiva de los convenios colectivos esté precedida por referendums o
diversas formas de consulta a los asalariados en la empresa. Por lo general,
los trabajadores suelen votar en sintonía con la petición de sus representantes.
Vale la pena decir que, según confirman los datos, Comisiones Obreras ha
contagiado al resto de las organizaciones sindicales con esta forma de
proceder, de la misma manera que Ugt, a su vez, ha contagiado también con otros
estilos a CC.OO.
Este
procedimiento suele fortalecer la acción sindical y la del comité de empresa,
especialmente en ocasiones peliagudas. Por ejemplo cuando se demandan una serie
de sacrificios al conjunto asalariado o cuando se proponen determinadas
discontinuidades contractuales con relación a convenios anteriores.
Y
bien, hace pocos días se ha firmado el convenio colectivo en Renault España.
Los amigos de dia@dia del boletín de noticias Comfia.info me mandan cumplida información que el lector
puede encontrar en el blog amigo siguiente:
Me
importa decir que lo más probable es que un servidor, de estar en la misma
situación que los firmantes (CC.OO., UGT y la Confederación de
Cuadros) hubiera estampado mi firma. Pues no en todos los convenios se pueden tirar
cohetes. Ahora bien, hubiera insistido hasta ponerme ronco en la necesidad de
proceder a un referéndum en los centros de trabajo. Y, tal como he dicho
anteriormente, me hubiera batido para que la respuesta del personal hubiera
estado en sintonía con el preacuerdo sindical. Esto, por lo que se ve –según reza la noticia
que nos ofrece el boletín de Comfia-- no se ha producido. Quien lo ha reclamado ha
sido la CGT. Sospecho que quien más queda señalado es
Comisiones. Primero, porque siempre ha ostentado el referéndum y la consulta
como un método a generalizar; segundo, porque en estas ocasiones es la
organización más sensible.
Pienso
que los hechos participativos refuerzan la autoridad y la auctoritas del
sindicalismo confederal. Creo, además, que no son un zarzillo de quita y pon.
Es más, estimo que debería configurar un estilo de iusindicalismo, y por lo
tanto adquirir rango de norma escrita.
Recuerdo,
a tal efecto, el importante referéndum de los metalúrgicos italianos en torno a
la propuesta de firma del convenio nacional del sector que hicieron las
federaciones del ramo de los tres grandes sindicatos italianos. El personal
acudió masivamente a votar y lo hizo de acuerdo con lo que se les pedía. Cuando
el jurista Pietro Ichino se preguntaba días antes, de manera muy crítica, que
dónde estaba el sindicato, le contesté: “Está votando, Pietro”. De hecho, esta manera de actuar era patrimonio
casi exclusivo de la FIOM
(los metalúrgicos de la Cgil);
ahora el resto de las organizaciones lo han hecho suyo. Todos ellos han incrementado el nivel de
afiliación. Y así es por lo
general. Cuando el sindicato es un instrumento de (y no simplemente para) los trabajadores, las
consecuencias suelen ser beneficiosas para el sintagma sindicato – trabajadores.
De
ahí que, cuando las cosas no se hacen debidamente, se dan situaciones
lastimosas. Por ejemplo, una empresa en la que un sindicato siempre ha hecho
elecciones primarias para elaborar su lista de cara a las elecciones sindicales
y en una ocasión no lo hace, acaba pagando el (¿descuido?) desliz.