domingo, 10 de mayo de 2009

ZAPATERO, EMPUS FUGIT


1.-- Nuevamente el presidente del Gobierno ha planteado la necesidad de “un gran acuerdo sobre el modelo de crecimiento económico”; sin ir más lejos, eso fue una de las cosas importantes que dijo ayer en Albacete. Comoquiera que, desde estas páginas, hemos alentado a dicha operación y hemos animado a Ignacio Fernández Toxo a insistir en su propuesta de un pacto nacional sobre el empleo y la crisis, nos concedemos una bula parcial para volver sobre tan notorio asunto.


Es preciso que
 Zapatero se meta urgentemente en harina. ¿Qué quiere decir que el gobierno convocará “en las próximas semanas” a los dirigentes empresariales y sindicales para ponerse manos a la obra? Desde luego, hemos de convenir que las próximas semanas son por definición las próximas semanas. Pero la experiencia nos enseña que el presidente percibe el paso del tiempo de una manera un tanto particular, como si ese lapso de tiempo estuviera relativizado por la inmensidad de lo que es eterno: algo así como que, desde la caída de Constantinopla hasta nuestros días, han pasado unas pocas semanas. En todo caso, empeñada la palabra presidencial –y valorando su tan claro como enérgico planteamiento de que no habrá recortes sociales— sólo nos queda que nuestro amigo Lucho Gatica, contra su costumbre, haga que el reloj marque las horas. No hace falta argumentar en demasía: la crisis no tiene la cortesía de esperar. Pero, además, dado que el presidente viene reiterando este planteamiento desde hace semanas, es lógico suponer que en la alacena de las organizaciones sindicales y empresariales están –viendo pasar el tiempo como la Plaza de Alcalá— los asuntos a negociar. Bien, esto nos lo imaginamos prudentemente.


2.-- También en Albacete el presidente Zapatero ha hecho otro planteamiento que requiere una serena meditación: la renta mínima de inserción dependiente de las comunidades autónomas.


Vamos a detenernos un momento: en principio es preciso aclarar que no estamos en ninguna de las fuertes variantes de lo que algunos conocen como la renta básica por la que tanto están batallando mi amigo 
Daniel Raventós y Phillips van Parijs, entre otros; más bien parece referirse a lo que está legislado en ciertas comunidades autónomas como, por ejemplo, Catalunya y Euzkadi. Pues bien, se me abren dos interrogantes: uno de método, otro de fondo.


En los últimos tiempos estamos observando un extraño planteamiento: el gobierno central endosa toda una serie de medidas de a las comunidades autónomas en una, como mínimo, extralimitación de las funciones y poderes de aquél. Lo que, en mis limitadas entendederas, no tiene buena cara, incluso si las comunidades tuvieran (que no es el caso) un adecuado sistema de financiación. Estamos ante una práctica legiferante invasiva que merecería la calificación de extrañamente constitucional. Más todavía, se trata de una serie de decisiones tomadas de manera unilateral. Pero hay algo cuya complejidad no nos es dado ignorar y, ni siquiera, mirar por el rabillo del ojo. No es buena cosa que el presidente Zapatero haga jugar al Parlamento un papel del que, en mi opinión, carece. Así las cosas, se provoca: un conflicto absurdo de legitimaciones; una visible desestabilización de las instituciones representativas del Estado; una confrontación en el sistema de regulación jurídica; una confusión entre los representados y los representantes. Elementos todos ellos que pueden llevar a islas de Estado confuso. Estaríamos ante una desmesura que podría contener --en palabras que utiliza 
Boaventura de Sousa Santos, para otros menesteres, en "Sociología jurídica. Por un nuevo sentido común en el derecho" (Trotta, 2009)-- "la semilla de la frustación de las promesas incumplidas". Del viejo, el consejo: alguien con buena mano debería recomendar al presidente Zapatero una buena contención de su hybris. Dicho así queda suficientemente educado y cortés. Esto en cuanto al método.


En lo atinente al fondo: es conveniente, sobre todo, saber qué es prioritario, más factible y más eficaz. Digo con una cierta tartamudez en mis palabras: ¿qué es más conveniente poner en marcha una renta mínima de inserción o afianzar, más y mejor, algunos de los amortiguadores sociales ya existentes, aunque sea de manera coyuntural? Por ejemplo, el seguro de desempleo. De este modo tendríamos: a) un finalismo más claro, y b) menos burocrático, porque existe la infraestructura administrativa y de gestión. ¿Hace falta argumentar más?


Sea como fuere, lo importante es que el motorista salga de la Moncloa, aunque bastaría con un sms o un correo electrónico que dijera: “Hola, quedáis convocados pasado mañana. Venid con la cabeza clara, la frente despejada que nos ponemos manos a la obra”. Porque, en caso contrario, las próximas semanas parecen muy lejanas. 
Cándido y Toxo --me juego lo que sea-- no tardarían ni un periquete en llegar.




Radio Parapanda, en su sección de discos dedicados, pone en antena, una bella pieza musical, dedicada a la promoción de licenciados en Derecho de la Facultad de Albacete. Se acabó la carrera, no el estudio: Haendel Le Messie Hallelujah Handel Aleluia Alelluia. Nos vemos el día 5 de Junio.