CARTA ABIERTA A IGNACIO SIMAL, Pastor Protestante
Querido Ignacio:
Aunque no nos conocemos personalmente tenemos la oportunidad de conversar por los espacios gracias a esos chirimbolos de Internet. Para mí es todo un placer. Los antiguos iniciaban sus cartas, más o menos, de esta manera: El motivo de la presente... Pues bien, el motivo de la presente lo irás viendo. Te adelanto que he sacado algunas conclusiones de dos recientes lecturas y, más adelante, te haré una propuesta con la idea de seguir conversando en torno a “un sentido”.
He leído el último libro del doctor Hans Küng y los comentarios que os traéis entre manos tú y Manuel López sobre la derechización de la jerarquía evangelista española. Confieso mi admiración, desde hace mucho tiempo, hacia el teólogo católico y creo que en este libro también hace un serio esfuerzo para, nuevamente, buscar aproximaciones entre creyentes y no creyentes. De todas formas, como no podía ser de otra manera, mi admiración también está acompañada de sus correspondientes desencuentros. En todo caso, es francamente loable el espíritu abierto de este hombre de fe tanto con relación a otras confesiones religiosas como a nosotros, el mundo de los agnósticos y de los ateos. Y aquí te quiero ver, Ignacio.
Creo que hay dos cosas sobre las que convendría reflexionar: 1) la pérdida de las viejas discusiones de antaño entre creyentes y no creyentes cuando, a mediados de los años sesenta, gentes como Karl Rhaner, Lucio Lombardo Radice, Manolo Azcárate, Alfonso Comín, González Faus, Pietro Ingrao y otros dialogaban a cara descubierta. 2) Hasta donde yo recuerdo esas conversaciones las llevaban a cabo cristianos (en este caso eran católicos) y marxistas, sin que los protestantes se sintieran involucrados, al menos en España.
Ignacio, mis preguntas son: ¿por qué se acabó aquella discusión? ¿hay posibilidades de reabrir, bajo otros presupuestos, aquellas buenas costumbres? ¿se sentirían involucrados ahora algunos protestantes en estas ‘conversaciones’? Naturalmente no estoy proponiendo la reedición de los debates entre cristianos y marxistas con el viejo formato sino entre creyentes y laicos, teniendo en cuenta las grandes transformaciones que se han operado en el mundo desde aquellos lejanos debates.
Pienso, Ignacio, que no tiene sentido marginar de estas conversaciones (si es que alguna vez se hizo) a los protestantes y, de igual manera, creo que sin vosotros en tales charlas la cosa queda muy reducida y con un menor grado de ‘representatividad’. Si te parece bien, pegamos la hebra y poquito a poco vamos concretando.