miércoles, 4 de abril de 2007

TU QUOQUE JOAN CARRERA

Por el amor de Dios, ¿tú también, Joan Carrera? Con todos mis respetos me esperaba otra cosa de ti. Pero ya veo que el signo de los tiempos empieza a pegarse en el cielo del paladar. El Obispo Carrera está en contra del aborto. No se lo echo en cara y no por ser hombre de fe, cristiano y mitrado. Contra el aborto puede estar incluso un agnóstico y un ateo. Pero vincular el aborto con el terrorismo me parece un desatino caballuno. Y no menos caballuno es el disparate de relacionar el aborto con la eutanasia y la violencia de género. Esto es lo que han escrito, como extraño comistrajo, los mitrados catalanes en el documento “Creer en el Evangelio y anunciarlo con más ardor”.


No sólo respeto a Joan Carrera sino que tiene mi aprecio desde tiempos antiguos. Cuando era un cura de barrio cedió en incontables ocasiones los locales de su parroquia para que los trabajadores nos reuniéramos. A muchos de estos curas el original movimiento de Comisiones Obreras les debe un cacho de su historia. Para nosotros, Joan Carrera –junto a Mossén Vidal, Joan Rigol y un buen número de ellos-- eran “de los nuestros”. Recuerdo perfectamente hasta qué punto mi suegro Mingu Roig, que había militado con los viejos confederales de antaño, se deshacía en elogios de los curas mataroneses que nos cedían los locales. Así pues, nada ha cambiado en mi afecto hacia este hombre de fe. Pero los afectos no están reñidos con leer la cartilla a los afectados.


Joan Carrera ha dicho un disparate. El terrorismo y la violencia de género son dos delitos gravísimos; el aborto tiene un perfecto acomodo legal. Aunque sólo fuera por este detalle, Mossén Carrera y sus colegas deberían haber ido con pies de plomo. No para renunciar, desde su propia lógica, a la condena moral del aborto y la eutanasia, sino para no equipararlos con el terrorismo y la violencia de género. Por lo demás, me siento insultado gravísimamente. Mejor dicho, se me ha injuriado. Porque un servidor está a favor del aborto y la eutanasia y es radicalmente contrario al terrorismo y a la violencia de género. Más todavía, conozco a muchos que están en esa posición. Por ejemplo, más de medio congreso de los diputados es de ese parecer. La pregunta: ¿la soberanía popular está gestionada por unos centenares de terroristas, violadores y maltratadores? Otra pregunta: así las cosas ¿es Joan Antoni Duran i Lleida –antiabortista y antiterrorista-- y sus correligionarios los únicos que, en las Cortes, se salvan de esa extraña pipirrana que hacen los mitrados catalanes? No veo que esta inferencia que hago repugne a las leyes de la lógica.


Por otra parte, ¿son también los Casaldáliga, Giulio Girardi, Jon Sobrino, Tamayo, Hans Küng, Boff et alia miembros de esa extraña cofradía que Joan Carrera y los suyos han creado por inferencia? Y, vayamos más alto en el escalafonato: cuando el Cardenal Carlo Maria Martini dejó dicho que “en algunas materias religiosas, la Iglesia debería echar mano del relativismo” ¿lo envían los mitrados catalanes al Hades junto a los terroristas, violadores y maltratadores?

Desde luego habrá que convenir que algunos mitrados construyen unos teologúmenos un tanto energuménicos. Porque, a decir verdad o –mejor dicho, por inferencia-- desde que la filosofía dejó de ser la criada de la teología (philosophia ancilla theologiae est, que decía el Aquinate) hasta el cardenal Cañizares, y otros miembros del mismo Paso de Semana Santa, se permite dictar unos cuantos pitracos vinculando la teología con la unidad de España. Joan Carrera, distanciado en cosas terrenales no irrelevantes de Cañizares, escribe sobre otras materias con los mismos renglones torcidos que este cardenal. Y mete en la misma cesta a toda una serie de manzanas podridas: al pobre Ramón Sampedro y la señora granadina del hospital de San Juan de Dios con Al Qaeda, a un servidor con el segundo Papa Borgia, que por lo que se ve le atizaba de lo lindo a su querida, la señora Vanozza. Tengo una vaga sospecha: llegará un día en que la iglesia católica, apostólica y romana hablará de otra manera con relación al aborto y la eutanasia. Sin duda tardará mucho. Pero, mientras tanto, los agraviados serán cada vez más numerosos. Mientras tanto, Toni Comin y su madre, Maria Lluïsa Oliveres, seguirán siendo, a los ojos de los mitrados catalanes, gente aconchabada con Bin Laden