lunes, 7 de diciembre de 2009

A LAS 12 DEL 12 EN MADRID


Todo indica que la manifestación de los trabajadores de toda España que se celebrará en Madrid el próximo día 12 será un éxito. Por supuesto, éste es mi deseo, pero también los indicios apuntan en esa dirección. Naturalmente, no es cosa de confiar en los hados, de manera que todavía queda mucha tela que cortar y mucho hilo por organizar. Y en eso están los activistas sindicales.


Harán bien los grupos dirigentes en leer la manifestación, en interpretar seria y rigurosamente el nivel de participación y las características de la misma. Por lo general, la tendencia que siempre hemos tenido ha sido la lectura cuantitativa: fuimos tantos miles y miles y miles. Naturalmente, así también debe ser ahora. La explicación es bien sencilla: esa vieja dama que es doña Correlación de Fuerzas entiende de números. Pero tan caprichosa amiga atiende en no menor medida a los elementos cualitativos que, desde tiempos inmemoriales, no analizamos con detenimiento. Esto es, qué tipologías de gente se manifiestan, qué sectores acuden a la movilización, qué grupos de edad asisten, qué corean, desde dónde vienen todos ellos, qué describen sus pancartas, cómo van vestidos, qué dicen sus caras… No se trata de un exhibicionismo sociológico sino de almacenar los datos que, individual y colectivamente, expresan una demostración de fuerzas. Quedamos, pues, en la conveniencia de leer la manifestación en su doble vertiente cuantitativa y de calidad.


Esa doble interpretación es necesaria porque las exigencias concretas que motivan la presión organizada del día 12 apuntan, en el fondo, a que la salida de la crisis sea una condición para una efectiva justicia social y la igualdad. En mi opinión, ese es el trasfondo de los planteamientos reivindicativos de esa gran apuesta del día 12.


Desde luego, el gran gesto colectivo de la manifestación—entendida como proceso-- puede apuntar a que el sindicalismo confederal (CC.OO. y UGT) aborde con mayor soltura los cambios sociales y económicos, que están presentes en esta coyuntura de innovación-reestructuración y de crisis general, que todavía está lejos de disiparse, y de afrontar el problema de la fragmentación social, y de ahí encarar los enormes desafíos: el gobierno de las transformaciones en curso extendiendo los derechos en el trabajo y en el territorio. En resumidas cuentas, mostrar la utilidad protectora y de representación del sindicalismo confederal, tanto en los grandes asuntos como en los (aparentemente) menores.


Lejos de un servidor pensar que el 12 será la panacea. Hablo de iniciar un proceso cualitativo. También en la personalidad, en la forma de ser sindicato. De ahí, me permito insistir, la necesidad de una lectura meticulosa de las características cualitativas de la manifestación. Y, por supuesto, sacar las debidas consecuencias. Por ejemplo, se observa en los foros de Internet (facebook y otros) el gran ajetreo juvenil organizando el día 12. La pregunta es: ¿van a estar siempre en el banquillo? No quiero banalizar las cosas, pero acordaros de Pep Guardiola y del aluvión de muchachos que ha sacado de la cantera a jugar en el primer equipo en las grandes solemnidades…


Por lo demás, no perdamos el tiempo en la batalla de las cifras de los participantes: siempre hay voces interesadas en demediar el número. Son gentes que afirman que en el teorema de Pitágoras el cuadrado de la hipotenusa es igual a la resta de los cuadrados de los catetos. De manera que es inútil esa polémica. Así pues, nosotros a lo nuestro: a ver qué gentes acuden. Una buena parte de ellos expresan la identidad actual del sindicalismo confederal y otro buen cacho indica la identidad que va siendo y que, sin duda, será a no más tardar. Consolidemos, pues, “ambas” identidades estableciendo el machihembrado para generar la identidad in progress, la que va siendo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

EL CRUCIFIJO Y BERSANI

En la entrada ¿UNA NUEVA FASE EN EL PARTIDO DEMOCRATICO ITALIANO? señalaba la novedad que podría representar la elección de Pierluigi Bersani como primer espada del Partito democratico italiano. Me basaba en dos cosas: la lectura de los documentos de Bersani y en las informaciones de buenos amigos que nunca tuvieron pelos en la lengua. Quiero seguir manteniendo tales esperanzas, fundadas en este caso en un razonable cacho de posibilismo. Pero es el caso de…

… es el caso de que me he llevado una sorpresa bastante desagradable con unas sorprendentes declaraciones de Bersani. El flamante secretario del Partito democratico italiano se ha dejado caer con esta afirmación: “"Un'antica tradizione come il crocifisso non può essere offensiva per nessuno. Penso che su questioni delicate come questa, qualche volta il buonsenso finisce di essere vittima del diritto”. Que no necesita traducción ni aclaración.

Es sabida la áspera polémica que hay en Italia sobre el tema del crucifijo (y otros símbolos religiosos) en los lugares públicos y, especialmente, en la escuela. Y no menos conocida es la resolución del Tribunal Europeo dando cumplida respuesta a quienes impugnaban la presencia del crucifijo. Hablando en plata, el Tribunal dijo: “No ha lugar”. Y, entonces, para decirlo en palabras castizas se armó la de Dios es Cristo. Hubo quien aplaudió y quien, como el jabalí, se pasó el día rebudiando. También los hubo que dijeron: “haremos lo que nos pase por la entrepierna”.

Las declaraciones de Bersani son sorprendentes. Porque el dirigente político se atribuye que nadie puede sentirse ofendido por una tradición antigua. ¿Cómo lo sabe? Sorprendentes, además, porque –según él-- el buen sentido acaba siendo “víctima del Derecho”. Palabras que, en mi opinión, son excesivamente arriesgadas. Así pues, Bersani ha perdido la oportunidad de afirmar prudentemente que “no comparte la sentencia del Tribunal, pero que la respeta”. Con lo que, aunque se le siga viendo el plumero, hubiera quedado mejor. Y, por lo menos, no hubiera ofendido a quienes sí se sienten ofendidos por la incoherencia de la presencia de determinados símbolos religiosos en las instancias del Estado no confesional.

Pero hay más: ¿todas las antiguas tradiciones deben respetarse en tanto que antiguas tradiciones? Sería farragosa la lista de las antiguas tradiciones y, para no ofender a nadie, dejaré las cosas así. Pero no me resisto a citar una antigua tradición con menos solera: la separación entre Iglesia y Estado. Aunque, a decir verdad, se trata de una separación imperfecta. Y, por supuesto, siempre mirada en clave de fastidio por parte de no sé cuantos sectores.

Lo diré con claridad: soy agnóstico con la cabeza y ateo con las tripas. Lo que no me impide ser respetuoso con las creencias. Ya he dicho en innumerables ocasiones que tengo muy buenas amistades con cristianos de diversa condición. He mencionado en frecuentes momentos el compromiso común entre creyentes e increyentes (ésta es una palabreja que siempre me dio repelús) en los primeros andares de la gestación de Comisiones Obreras o la solidaridad fuerte de sacerdotes en todo Catalunya y de las monjas (por ejemplo, las de los conventos de San Hermenegildo y Maó en Barcelona) con las luchas obreras de principios de los setenta. De manera que lo tienen crudo quienes piensen que soy un anticlerical o un comecuras: no fue esa la formación familiar que recibí en casa por parte de mi padre adoptivo, el maestro confitero Ceferino Isla.

Pero tampoco es desde esa forma de ser (el respeto abstracto hacia los demás, creyentes en ese caso) lo que me hace razonar: se trata del respeto y cumplimiento al Estado de Derecho, de sus normas democráticas. En concreto, la consideración de que el Derecho en democracia está ahí y la Iglesia en otro lugar. Así en España como en Italia.

Peliaguda batalla es ésta, la de los símbolos religiosos. Y no digamos toda esa panoplia de “las raíces cristianas en Europa” como elemento central de las polémicas en curso. Pero, oído cocina: las raíces cristianas tienen diversa consideración. Las ha habido de todo tipo: desde las enormemente positivas a las que se engendraron, desarrollaron y consolidaron a sangre y fuego. Por supuesto, no sólo desde el catolicismo, también a los reformadores protestantes se les fue la mano de lo lindo. Unas raíces cristianas como fruto de la alianza entre le sabre et le goupillon (que diría Jean Ferrat), ya fuera el sable de Carlos V o de Federico de Sajonia; el primero con los hisopos de Roma, el segundo con los de Lutero. En resumidas cuentes, hay antiguas tradiciones que tienen el color de verde vómito.

Querido Bersani, te recomiendo la lectura de un libro. Se trata de
Herejes en la historia, a cargo de Mar Marcos [Trotta, 2009]. No veas lo que explican los diversos ponentes: todos ellos gente muy respetable. Y, me permitirás una amable consideración: omnia sunt comunia, el lema de los amigos de Thomas Münzer, quemado en carne viva por Sajonia y Roma. Por lo demás, a pesar de todos los pesares, sigo esperando que puedas dar (y que te dejen dar) el do de pecho en la izquierda. Como mínimo el que daba Franco Corelli en la afamada aria Di quella pira donde sólo se quema de mentirijillas. Vale.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La "cuestión histórica", según Marcel Gauchet



Explica Marcel Gauchet [“La cuestión histórica”, Trotta 2007] la importancia del aparato de poder de la institución eclesiástica y como instrumento de mediación entre el Cielo y la tierra en el desarrollo histórico desde hace dios y la madre de tiempo. Afirma que, en el transcurso de la Era Moderna se ha operado lo que el autor denomina “la salida de la religión” que –añade un servidor—debe entenderse no al pie de la letra sino como Gauchet lo describe razonadamente, es decir: la comunidad humana se define a partir de ella misma, de su propia alteridad. Por mi parte, añadiré que la “salida de la religión”, entendida à la Gauchet, no impediría una mirada religiosa de miles de creyentes, comprometidos desde su propia fe con los problemas de la humanidad y su propia alteridad (1).


¿Ejemplos? Doy testimonio de amigos personales antiguos como 
Alfonso Carlos Comín, Joan N. García-Nieto y mi (ciber) amistad con Ignacio Sintel, pastor evangélico. Me permito un inciso: el compromiso que, desde la fe, tuvieron en su día Comín padre y Nepo García-Nieto –y los innumerables de estos tiempos de ahora mismo-- replanteó el (parcial) abandono de actitudes genéricamente anticlericales en un significativo sector de la izquierda antifranquista. Lo que fue visiblemente relevante en el sector del movimiento de los trabajadores, dentro y fuera de `la fábrica´. Pero vayamos al grano...


Si se reflexiona parsimoniosa y no instrumentalmente sobre el libro de Marcel Gauchet es posible que encontremos razones añadidas que nos ayuden a entender la compostura, ademocráticamente irascible, de los altos funcionarios eclesiástico a lo largo de estos últimos cuatro años en España, y aunque no cuento con la información necesaria tal vez nos hagan entender (aunque sea medianamente) las actitudes del 
papa Ratzinger y sus importantes seguidores. Es más, tengo para mí que sobre las pistas que indicia Gauchet hay más filón nutriente para, primero, razonar con fundamento y, segundo, poder explicar qué parece estar ocurriendo en nuestro país. Mucho más, pienso provisionalmente, que esa práctica de sacarle los colores a la Iglesia (que, en todo caso, se lo merece) por sus tropelías de antaño: Torquemada, casos Giordano Bruno y Galileo, la postura de Pío IX ante el niño judío Edgardo Mortara y no sé cuántos más. No digo que haya que eludir estas situaciones, simplemente pienso (de momento) que es más útil transitar por los indicios que propone Marcel Gauchet. Mi argumentación es: el primer caso puede conducir a una inútil reedición del anticlericalismo, siempre precario de razones y, por lo general, prisionero del viejo historicismo; lo segundo, sin embargo, podría llevarnos a entender la raíz de la exasperadamente irascible contracultura de los altos funcionarios de la Iglesia.


La democracia nunca fue, según parece, un buen negocio para las curias católicas españolas. La libertad choca de bruces con la estructura jerárquica –toscamente taylorista, por más señas— de ayer y de hoy (2). La dirección curial se ha autolegitimado como la (única) mediadora entre Dios y la humanidad, lo que comportaría el primado exclusivo de su doxa y de las normas que, a trancas y barrancas, la acompañan. Así pues, el constructo dogmático –precisamente por su invención gratuita y su inmutabilidad— choca abruptamente con la razón democrática que se caracteriza por su flexibilidad y relativismo itinerantes. De entrada, en esas condiciones se puede decir pacíficamente que la posición de los eclesiásticos será lo que sea, excepto inconsecuente o incoherentes,


La mencionada y autoconcedida `mediación´ es, por definición, contraria al diseño genérico y a la aplicación práctica de qué debe entenderse por moral y a impartir la enseñanza. Ambas cuestiones deben ser, en pura concordancia con la mediación, monopolio de la curia eclesiástica. Ahora bien, la “salida de la iglesia” (en los términos que define Marcel Gauchet) llevó, no sin sobresaltos, a la westfaliana separación entre el Estado y la Iglesia y la transformación de aquel Estado, también de manera azarosa, en instituciones democráticas. Las normas de civilidad eran cosa de las instituciones democráticas, también para los funcionarios eclesiásticos qua personas, y como tales –al menos en teoría—no estaban exentos de ningún manto protector al margen de la norma y autonomía democráticas. La Iglesia, mutatis mutandi, empezó a perder poder, aunque el prestigio simbólico fuera así mismo `poderoso´. Le quedaba, naturalmente, el peso de la inercia, su capacidad de maniobra para el cabildeo y su (nunca perdida) relación con los grandes aparatos de poder. Ciertamente, le quedaba también su negativa (aflorada y/o submergida) a reconocer que fe y política están y siguen en planos diferentes. Es más, en el fondo la alta Iglesia no dejó de considerar la política democrática “como un contexto de inevitable contingencia y provisionalidad, extraños a la dimensión religiosa de la vida”, al atinado decir de Riccardo Terzi.


Así las cosas, en el terreno abstracto nos encontramos ante una aporía, un callejón sin salida, porque parece imposible que la Iglesia católica renuncie a su más representativa, por su carácter constitutivo, seña de identidad: la mediación entre el más allá y el aquí mismo. Y si en el terreno abstracto no hay salida, la conclusión, al menos aparente, está en la capacidad de reorientar la cosa en el territorio de lo concreto. Pero, ¿es posible? La primera respuesta que se nos ocurre es: pueden darse convergencias (más o menos intensas), pero nunca habrá una plena adhesión de la una a la otra, lo que no excluye –pero eso es harina de otro costal— subalternidades, cooptaciones o algo por el estilo. Digamos pues, orteguianamente, que sólo se puede aspirar, y no es poca cosa, a tener una razonable conllevancia.


En cuentas muy resumidas, la matriz de la exasperación revoltosa de las mitras y capelos cardenalicios en España se explica en una cuestión de largo recorrido (su autolegitimación como instrumento de mediación) y en una convergencia de oportunidades coyunturales, aunque con voluntad de largo recorrido (ponerle la proa al itinerario de nuevos derechos civiles del presidente Zapatero). Pero no deben confundirse los términos a la hora del debate. Porque el tratamiento de lo primero exige una explicación de un tipo, mientras que el segundo requiere una frontal pugna de carácter político. Cuando hablo de no confundir los términos no niego que, en estos momentos, deban deslindarse. No, tienen que relacionarse, naturalmente. Porque el alto funcionariado eclesiástico entiende que su convergencia con el Partido popular en relación a los derechos civiles es coincidente, aunque –como es sabido— en tiempos del aznarato no susurró, que nosotros sepamos, que el gobierno de aquellos entonces tirara para atrás algunas leyes que le incomodaron profundamente. Que una de tus manos no sepa lo que hace la otra, debieron decirse. Y, posiblemente, en el hipotético (e indeseable caso) de que el Partido popular gane las próximas elecciones, sus eminencias tampoco incordiarán excesivamente: el cabildeo de Palacio sustituirá a la calle.


Doy por sentado que la confrontación política con los planteamientos de alto funcionariado eclesiástico debe ser eso: exclusivamente política.






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(1) Artículo publicado en “
Nou cicle” en enero de 2008.


(2) En principio los elementos que caracterizan el taylorismo con lo que estamos hablando es: 1) Concentración de todos los elementos del conocimiento, del "saber hacer" --que en el pasado estuvieron en manos de los trabajadores-- en el management. Este deberá clasificar las informaciones y sintetizarlas; de todo ello sacará los elementos del conocimiento, las leyes, reglas y normas. 2) La substracción de todo el trabajo intelectual en el reparto de la producción, situándolo en los centros de planificación, con la separación "funcional" --entre concepción, proyecto y ejecución-- entre el centro del saber y la prestación ejecutiva e individual de cada trabajador que está aislado de todo grupo o colectivo. 3) Una minuciosa preparación, por parte del manager, del trabajo que hay que hacer y las reglas para facilitar su ejecución. Se elimina el "saber hacer" del trabajador que está substituido por las órdenes del manager; al trabajador se le especifica no sólo lo que hay que hacer sino cómo es necesario hacerlo y el tiempo fijado para ello. Pues bien, sustitúyase `trabajadores´por sociedad, cámbiese `management´ por la Iglesia y aproximadamente se entenderá la relación entre taylorismo la “estructura jerárquica” de la Iglesia católica. A tales efectos, poco importa que el taylorismo sea un intento de racionalización cientificista y el carácter de la Iglesia tenga otro signo. Pues el vínculo entre lo uno y lo otro podría ser el siguiente: Taylor dijo que si su organización del trabajo era científica, ¿qué pintaban los sindicatos en ello?, mientras que la Iglesia no tendría empacho en afirmar que si esto es un dogma de fe ¿a santo de qué hay que discutirlo?

Jordi Solé Tura o la pasión política

A eso de las doce y media mi mujer y un servidor estábamos en Palermo, concretamente en la Vucchiria. Suena el móvil. Es Silvia Cupolo, de Catalunya radio. Me dice que ha muerto Jordi Solé Tura. Quiere que le dé unas primeras impresiones. La noticia me deja un sabor amargo por motivos obvios y porque estas cosas son más duras cuando se está fuera de casa.


Conocí a Jordi Solé Tura en la cárcel; era cuando el Estado de excepción de 1969. Recuerdo su tenacidad y su pasión por todas las cosas, dos constantes vitales durante toda su vida. Una y otra se expresaban (al igual que en el estudio y en el trabajo), por ejemplo, cuando jugábamos al fútbol: parecía que le iba la vida en el juego de la pelota, corría como si estuviéramos en la final de la Copa del Mundo. Más tarde, estando un servidor en la Prisión de Soria, volví a tener un contacto indirecto con Jordi, a través de su magnífica traducción de la biografía de Antonio Gramsci y del estudio de su libro (de hecho era su tesis doctoral) “Catalanisme i revolució burguesa”, que fue estúpidamente zarandeado por ciertos sectores del nacionalismo alpargatero. Más tarde retomé el contacto cuando su grupo (Bandera Roja) ingreso en el PSUC.


Solé Tura impresionaba siempre por la rigurosidad de sus planteamientos, que siempre exponía con una enorme sencillez y sin ornamentación. Románico puro. Conciso y al grano. Con fama de serio, aunque en realidad era un bromista muy ocurrente. Por ejemplo, en puertas de no sé qué elecciones estábamos en una reunión de esas que se llaman de “estrategia electoral”. Un servidor dijo que el eslogan electoral era un latazo, entonces me pasó un papel, proponiéndome en broma dos lemas: “Vota al Guti, un candidat amb tota la barba” y “Vota a Benet, un candidat que fila prim”, aludiendo a la extrema delgadez de Josep Benet y a la perilla de Antonio Gutiérrez Díaz.


Sabemos, por su notoriedad, que Solé era un dirigente político del más alto nivel. De ahí su responsabilidad como portavoz del grupo parlamentario comunista y sus trabajos como redactor de la Constitución. Pero lo que quizá no haya sido referido (todavía) era la proximidad que tenía con la gente, la sencillez de sus relaciones con las personas de carne y hueso.


La última vez que le ví fue cuando el último homenaje a Gregorio López Raimundo, ya fallecido. Le guiaba su compañera, Teresa Eulàlia Calzada. Iba saludando a todo el mundo, aunque veíamos que ya no conocía a nadie. Perdón, la última vez que le ví fue en la película que hizo su hijo Albert. Le recuerdo en el laberinto, jugando con su nieta al escondite. Y la niña diciendo: Jordi, aquí, aquí.

domingo, 8 de noviembre de 2009

EL FUNDAMENTALISMO EN LOS USA

He leído un libro muy interesante: Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el Islam, su autor es Karen Armstrong [Fábula Tusquets, 2009] Lo compré en la Llibreria La Llopa (Calella). Me costó 11 euros y pico. El libro tiene 532 páginas.


Andaba yo buscando desde hace algunos años el origen del fundamentalismo en los Estados Unidos. Yo creía erróneamente que dicha costra era relativamente reciente, algo así como del siglo XX. Pues bien, mi sorpresa ha sido mayúscula porque ese fenómeno recorre, de hecho, la historia de aquel país. Más todavía, es anterior –según los datos que aporta Armstrong— a la Declaración de la Independencia. O, lo que es lo mismo, la irascible reacción (y el carácter de la misma) de no pocos grupos organizados contra las reformas de Obama viene de muy atrás. Se trata de unos movimientos político-religiosos, mayormente populistas que, de manera no infrecuente, han contado con el protagonismo de sectores académicos.


No es oro todo lo que reluce en el libro, pero es muy esclarecedor y documenta a quienes, como un servidor, no tengan ni idea del origen de una serie de comportamientos de masas en los Estados Unidos. Y, por supuesto, su lectura sirve para poner en barbecho el resto de la buena literatura negra que nos queda por leer. Por ejemplo, “Si los muertos no resucitan”, de Philip Kerr. Buena novela donde las haya, pero puede esperar a que leamos el libro de Armstrong. Vale.

domingo, 20 de septiembre de 2009

EL DESPIDO O LA VIOLENCIA DEL PODER PRIVADO DE LA IGLESIA

El Tribunal Supremo ha hablado de manera contundente: la Iglesia debe pagar al personal que ella misma despide cuando la Jurisdicción Social ha dictaminado la improcedencia del acto del despido. Nos felicitamos de ello, aunque más adelante matizaremos algunas cuestiones.


La Iglesia se había acostumbrado a practicar “la violencia de su poder privado”, despidiendo al profesorado que –según los funcionarios eclesiásticos-- llevaban una vida no conforme con la legitimación auto referencial que ella misma se ha dotado y que, con regular frecuencia, conculca el sistema de valores y normas que dicta la Constitución. La Iglesia despide ad nutum. Aclaro de manera inteligible el latinajo. De manera castiza, pero no infundada, se debe entender ad nutum de la siguiente manera: el funcionario eclesiástico se lleva la mano al escroto y de manera ostentosa le indica la puerta de la calle a la persona que acaba de ser despedida. Es un acto que tiene, según nuestro modesto e insuficiente saber, poco que ver con planteamientos teologales, ni –según nuestros conocimientos chusqueros— guarda relación con las cuestiones salvíficas ya sean las planteadas por los viejos teólogos de la Patrística o las salmodias de Ripalda o Astete, dos curas de anteayer


Pero la Iglesia –que, según el Dante, tiene más hambre en la medida que va comiendo— no se contenta con el acto escrotal del despido: endosa el pago de la indemnización a la Administración Pública, perdón por el error: a los contribuyentes. Es, posiblemente, otra de las enseñanzas de más de dos mil años de historia. O, si se prefiere, de las inercias de cuando sus testículos eran todavía más peligrosos. O, peor todavía, del tipo de consentimientos subordinados que le han permitido los gestores de la democracia española. Con una excepción institucional: el Derecho del Trabajo y sus operadores jurídicos. Por supuesto, a otro nivel, el sindicalismo y las asociaciones profesionales de los enseñantes religiosos. Como muestra un botón: el Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Definitivamente, es el Derecho del Trabajo –con su rebeldía epistemológica con relación al Derecho civil-- quien se ha enfrentado a ese poder privado que violentamente ejerce con desparpajo el funcionariado eclesiástico: la sombra de los padres de Weimar es alargada con la “propensión a desafiar lo existente” –docet Umberto Romagnoli-- que alienta al Derecho del Trabajo, el más eurocéntrico de todos los derechos.


Decíamos más arriba que nos felicitamos de la posición del Tribunal Supremo. Y añadíamos que, tras dichas albricias, haríamos algunas matizaciones. El Alto Tribunal debería, según mis escasos conocimientos, haber declarado tales despidos como “nulos radicales”. Porque todos los actos empresariales ad nutum (repetimos, por mis c…) han atentado contra derechos fundamentales o las libertades públicas del profesorado. O sea, tres cuartos de lo mismo de lo que el mencionado tribunal afirmó en su Sentencia 38/1981. También en la STC 140/1999. O como, de igual manera, se expresa en la STC 66/1993. Esta última afirma textualmente lo que sigue:


[… ] en caso de lesión de un hecho fundamental no basta la simple declaración de improcedencia o, en su caso, de nulidad de despido, sino que éste ha de declararse radicalmente nulo (subrayado mío), que es el tipo de sanción predicable de todos los despidos vulneradores o lesivos de un derecho fundamental, por las consecuencias que conlleva de obligada readmisión con exclusión de indemnización substitutoria.


¿Queda claro? Ahora bien, si mis mayores levantaran la cabeza se dividirían ante mis opiniones. Mi madre adoptiva, la tita Pilar, me reprocharía mi poco temor de Dios. Su esposo, mi padre adoptivo Ceferino Isla, famoso confitero granadino y estoico librepensador, gran restaurador de los dulces piononos santaferinos, se congratularía y austeramente me diría por lo bajinis: “Olé tu sombra”. Lo más seguro es que la tita Pilar me hubiera pedido explicaciones: “¿Quién te ha metido esas ideas en la cabeza?”. Y un servidor, se hubiera portado como un acusica, un chivato que quiere salvar el pellejo: “Mamá, ha sido mi sobrino Antonio, Antonio Baylos”. Y ella, santiguándose: “Mal rayo os parta a los dos”. En todo caso, la tita Pilar se hubiera pensado dos veces decir mal rayo le parta al Tribunal Supremo, aunque éste le hubiera pegado un cogotazo a la Iglesia. Una cosa es ser beata ante los ojos de Rouco y otra es ser pragmática ante la mirada del Tribunal Supremo.

martes, 15 de septiembre de 2009

LOS SUICIDIOS EN TELECOM FRANCE

Hace años la prensa informó del preocupante nivel de suicidios de trabajadores en Francia. Al cabo de un cierto tiempo la noticia fue fagocitada por otros acontecimientos. Ya lo dijo Pepe Marchena en una de sus coplas: “la mancha de la mora con otra verde se quita”. Que parece ser la consigna de la potencia mediática. Pues bien, desgraciadamente, la mancha reaparece. Hoy, la prensa da noticia de que, en los últimos dieciocho meses, 23 empleados de la firma France Télécom se han quitado la vida.


Según parece, las autoridades francesas han tomado cartas en el asunto. Hasta la presente unas dicen que si patatín y otras que si patatán. Y, por lo que se ve, una legión de investigadores sociales se disponen a darle vueltas a la cabeza para desvelar el quid de la cuestión. Y los departamentos de psicología de las universidades (que han tomado al asalto las trincheras de la sociología) afilan los lápices para volver a las andadas con la condición humana, la motivación en el trabajo y otras consideraciones con refritos de 
Elton Mayo y López Ibor. De ese comistrajo volverá a salir una ristra de banalidades viejas y nuevas, disfrazadas de noviembre para no infundir sospechas. O lo que es lo mismo: hablarán del abuso, dejando intacto el uso de cómo se gestiona la organización del trabajo. Porque …


… ¿habrá que insistir nuevamente que la madre del cordero está en la gestión autoritaria de la organización del trabajo, gobernada discrecionalmente por el management? ¿Tendremos que reiterar que el maestro 
Bruno Trentin ya dejó sabiamente escrito que ahí –en el uso de la organización del trabajo— está, con perdón, la madre de todas las batallas? Y sin embargo, la literatura (putativamente científica) más predominante es la que emana de los psicólogos, una cofradía muy celosa de su “corporation”. Por otra parte …


… mientras el sindicalismo confederal no sea un sujeto que se proponga la intervención contractual en todo el polinomio de la organización del trabajo –a la búsqueda de la humanización del trabajo— las condiciones en la empresa seguirán en las manos exclusivas del management. A las condiciones de trabajo se les dará una capa de pintura y a otra cosa, mariposa.


Intervenir en la organización del trabajo, no hay otro camino. La literatura de los sicólogos es, en todo caso, “de acompañamiento”. No es lo central. Dispensadme, pero estoy hasta la cruz de los pantalones de la preponderancia de sicólogos, loqueros y demás zascandiles que, lógicamente, son jaleados por los departamentos de recursos humanos. Así pues, abro el paraguas para soportar el chaparrón de los agremiados de ciertos colegios profesionales. Y –como 
Pereira, sostengo— que la primera y fundamental causa de lo que está ocurriendo en France Télécom está en que los vertiginosos cambios que se producen a diario están siendo gobernados de manera autoritaria a la búsqueda de la mayor acumulación capitalista que se haya dado en la historia. ¿Extremismo? No, lo dice un reformista, servidor de ustedes.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Los que abuchean y Rossana Rossanda

Para organizar sistemáticamente una grita a los dirigentes políticos hay una condición aproximadamente necesaria (aunque no suficiente), a saber: los que chillan no deben presentarse nunca a consulta popular alguna. Ni siquiera al nobilísimo puesto de jefe de escalera de un patio de vecinos. Es lo que, siguiendo las recientes tradiciones, ocurrió ayer en la Diada de Cataluña. Cada vez que un partido político acude al Monumento con su ofrenda floral, un aguerrido grupo de chillantes pita e insulta a los políticos, ya fueran de babor o estribor. Todos, gritaban a gaznate batiente, ¡traidores!: nadie se salvó de tan ásperas invectivas. Cuarentones de barrigón cervecero, con la ubicua camiseta-sobaquin y pantalones vaqueros de pijopanas, se quedaron afónicos con tanta emisión de pedos intelectuales (en adelante, por ser más eufónico, diré peos) contra todos los políticos. Entre paréntesis diré: me parece de lo más normal, dado el coeficiente argumental de los miembros de esa cofradía de chillantes; de sus esfínteres cerebrales sólo pueden salir peos.

Estos pijos mesocráticos pertenecen a esa zoología que se autolegitima dogmáticamente. Y, parcialmente, vienen a ser casi los mismos que aquel mosquita muerta que, en la manifestación del Primero de Mayo barcelonés, pintó con espray la pancarta que llevaban los dirigentes sindicales catalanes: otro singular peo que tuvo su momento mediático y su gloria en la taberna de la esquina. Demos gracias a los dioses menores porque, todavía, no se dedican a tirar monedas a los políticos y a los sindicalistas.

Como es natural no estoy planteando que la alternativa a tales peos sea rendirse a los pies de políticos y sindicalistas y convertirse en pelotilleros de los unos y los otros. De momento afirmo que estas expresiones no son la distancia entre los políticos y la sociedad, sino la zafia manifestación de quienes no tienen absolutamente nada en el caletre. Aunque, a decir verdad, algunos –amparándose en la clandestinidad de las redes ciberespaciales— incluso son capaces de escribir cuatro frases cuajadas de anacolutos y peos gráficos.

Los dirigentes políticos, cuya distancia con la sociedad realmente existente es tan inobjetable, merecen una crítica argumentada, incluso todavía más severa. El peo, sin embargo, es una estupidez que sólo sirve para que los políiticos griten aquello, dicho metafóricamente, de “a mi, la legión”. El peo sólo sirve para la autoglorificación de los chillantes que se dicen a sí mismos: “Mira lo que les he dicho”, confundiendo la voz con el peo. Estas gentes son una de tantas expresiones de una banalidad que está repartida un poco más de la cuenta. Repitamos: esta banalidad mesocrática todavía no ha lanzado monedas a los políticos y sindicalistas. En Italia, hace años sí lo hicieron algunos proletarios revenidos. Por ejemplo, a mi amigo Bruno Trentin, recientemente fallecido. La muerte de Trentin, como es natural, concitó un alud de artículos glosando la memoria del maestro. Uno de ellos fue el de mi admirada Rossana Rossanda (1).

Como es bien sabido la Rossanda es una intelectual como la copa de un pino, una mujer inequívocamente de izquierdas y símbolo de lo que pudiéramos llamar la permanencia razonada a los principios que ella considera justos y a las “verdades madres” que defendió a lo largo de su fascinante biografía. La Rossanda no podía faltar a la hora de rendir un homenaje a su amigo Bruno Trentin. Se trata de un escrito sincero, que no oculta el distanciamiento progresivo de ambos. Rossanda, por otra parte, califica a Trentin como “gran sindicalista”. Ahora bien, casi en el incipit del artículo afirma: Certo è stato, dopo Di Vittorio, il segretario della Cgil nel quale sono state riposte più speranze, ma anche il più attaccato - fino alle monetine che gli tirarono addosso - quando parve deluderle”Lo que, por su claridad, no merece ser traducido. Pero sí conviene ser interpelado.

Veamos: ¿para desilusionar a Trentin –lo que Rossanda quiere decir es que para convencerle de que estaba equivocado; en el caso que lo estuviera, claro-- era preciso arrojarle monedas a la cara? Porque esa violenta agresión ya no era un peo, era algo más. Algo así como: prepárate para la próxima, que te tenemos en la mirilla de la luppara, cachocabrón. Más todavía, tampoco en esta ocasión la veterana intelectual –siempre de refinado análisis político-- se distancia de los agresores. En efecto, decir que Rossanda comparte esos métodos, tal vez sea exagerado. Pero no marca distancias, no condena. Ni siquiera dice: oye, por ahí no se puede ir. Me importa recordar, no obstante, que Fausto Bertinotti llamó muy severamente la atención a los arrojamonedas. Rossanda, la sofisticada intelectual de izquierdas, no condena la agresión, incluso después de haber pasado algunos años. La Rossanda, que no toma las debidas distancias, `comprende`, y esta comprensión sirve de coartada. Por lo demás, Rossanda ha olvidado, según parece, lo que dejó escrito el Dante: "Considerate la vostra semenza / fatti no foste a viver como brutti / ma per seguir virtute e conoscenza" .

Ahora bien, la diferencia entre Rossanda y los del peo catalán es considerable: la dama italiana tiene la cabeza a pleno rendimiento y, se esté o no de acuerdo con ella vale la pena leerla, incluso con el riesgo de entristecerse por algunas cosas que `comprende´. Lo que todavía es más grave: los del peo catalán sólo cuentan con el muelle de sus esfínteres. De ahí que me parece una pérdida de tiempo entrar en polémica con ellos. Sólo una adecuada gestualidad es lo que merecen.

Una adecuada gestualidad, digo. La que un servidor hizo en un 11 de Setiembre de hace algunos años. Iba yo en una comitiva a poner flores al Monumento de Rafael de Casanova. Lógicamente los gritantes nos propinaron nuestra consabida ración de chillerío. Miré a Rafael Ribó, observé que no me veía, y entonces puse ambas manos en forma de canuto, y subiendo y bajando las manos hasta mi boca les argumenté lo que pensaba de ellos. Mi mujer, horrorizada, se escandalizó de mi gesto y, además, lo definió como soez. Chispa más o menos me dijo que eso no eran argumentos. Por favor, ¿qué podía yo argumentar? Si les hubiera razonado algo no lo hubieran entendido. En cambio, mi gesticulación tabernaria fue comprendida. Hasta el punto que casi todos los gritantes me miraron y no pocos supieron que era un gesto racionalmente antagonista.

(1)

viernes, 28 de agosto de 2009

OPINIONES HETERODOXAS SOBRE LA RUPTURA DE NEGOCIACIONES


Los recientes trabajos en estos blogs de Antonio Baylos (CEOE Y DIÁLOGO SOCIAL: ¿UNA DECISIÓN SIN COSTES?) y Miquel Falguera (DERECHO DEL TRABAJO Y PRODUCCIÓN) me provocan una serie de reflexiones sobre la abrupta decisión de la organización empresarial, esto es, la ruptura de las negociaciones.
Yo, por ejemplo, no comparto la idea de que la CEOE ha hecho una opción en clave de sumisión al Partido Popular. Otra cosa, bien distinta, es que la patada a la mesa de negociaciones le venga de perlas a Rajoy y sus mesnaderos. Naturalmente la coz empresarial adquiere naturaleza política, pero el empresariado orgánico ha tomado una decisión, esencialmente, “de clase”. A mi juicio, pensaba que era posible, en esta situación de crisis, la rebaja de las cotizaciones a la Seguridad Social. Y no tanto el despido (totalmente) libre porque sabía que el sindicalismo confederal y el Presidente Zapatero no iban a pasar por ahí. De ahí que a la CEOE le interesaran dos cosas: a) alcanzar la mordida de la rebaja de las cotizaciones, y b) indicar que la batalla por el despido (totalmente) libre seguía vigente en su particular imaginario. Una estrategia tan descabellada como errónea, según se ha podido demostrar.


Lo diré sin cortesía: aunque la decisión empresarial es una responsabilidad de tomo y lomo, vistas las cosas con tranquilidad, dicha ruptura es irrelevante. Eso sí, los empresarios se quedan sin nada, aunque los putativamente populares puedan sacar tajada política echándole las culpas al maestro armero, o sea, el presidente del gobierno.

¿Qué puede pasar? Que o bien en septiembre se reanuden las negociaciones (pública o sigilosamente) o que el Gobierno se meta en harina y legisle. Ahora bien, oído la cocina sindical: estad atentos porque legislará con el rabillo del ojo puesto en la casa de Díaz Merchán.

Queridos amigos de las cofradías sindicales: hace tiempo que considero que estas negociaciones, aunque no estorban excesivamente, no entran de lleno en la madre del cordero. Eso sí, siempre y cuando se impida –como en esta ocasión-- la mordida a la Seguridad Social. Lo que importa de verdad, lo digo titubeando, es: la inestabilidad del pacto welfariano, aunque el profesor Falguera habla claramente de su ruptura. Pues bien, inestabilidad o ruptura hacen que las pautas de comportamiento empresarial hayan cambiado radicalmente y ahora intente gobernar discrecionalmente los procesos económicos. ¿Qué por ahí vino esta crisis? ¿Y qué? se dirán. Ya pasará…

Así pues, pienso que las negociaciones que no tiendan a abordar la anomalía de la inestabilidad o ruptura del pacto welfariano, sin ser pura filfa, no son lo fundamental en lo que pacatamente se llama las relaciones laborales. Lo relevante, disculpad por el tono, es qué reglas del juego se ponen en funcionamiento en este proceso de innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de servicios en la economía toda. Es una tarea, ciertamente, complicada tanto para el sindicalismo como para la izquierda. Pero ese es un punto de partida, no de llegada. De no ir por ahí (otra vez presento mis disculpas) podríamos ir como la noria.

martes, 14 de julio de 2009

EL CONFLICTO DE LOS INTERNAUTAS ITALIANOS

Aunque la movilización de los internautas no tenga el carácter de un conflicto "de clase", vale la pena echarle un vistazo a sus características más llamativas; de esta manera veremos --como decíamos más arriba-- hasta qué punto las innovaciones tecnológicas proponen nuevas posibilidades para el ejercicio de la protesta y la disidencia. De este conflicto podemos hablar, ya que nosotros hemos mantenido, a través de internet, un diálogo con el centro promotor de la huelga. Los motivos de esta acción no son otros que el rechazo de los internautas del espectacular incremento de las tarifas telefónicas. A continuación surge el grupo coordinador, llamado Plataforma-la huelga (dice contar con 10.000 usuarios). Este colectivo establece una política de alianzas con grupos tales como Plataforma por la tarifa plana, Proyecto Serviline, Organización de consumidores y amas de casa, Asociación de transportistas y otras. Se convoca "la huelga" de usuarios internautas y se concretan en un plan de acción a realizar durante el mes de setiembre. Vale la pena explicar que todo ello ha estado presidido por una serie de hechos participativos a través de las chats, es decir, las "tertulias cibernéticas". Como puede verse, estamos ante un conflicto que se mueve, en unos casos, alrededor de las más tradicionales convenciones y, en otros casos, con nuevas formas en el ejercicio de la acción.

De un lado, existen unos motivos para la protesta que son aprehendidos por un grupo dirigente, situado en una sede; este grupo estimula una política de alianzas que desde su "local" lanza la convocatoria y fija el plan de acción, concretado en una serie de protestas, acordadas después de un debate participativo. Todo ello en el más puro convencionalismo tradicional de la teoría y práctica del conflicto; por ejemplo,el plan de acción invoca a los receptores de los mensajes "la necesidad de difundir las medidas tanto como podáis entre todos los sectores en internet y fuera" que parece recordar el viejo recado del movimiento obrero "lee y difunde esta octavilla". Por otra parte, este conflicto ha suscitado algo que también nos es familiar, a saber: la solidaridad. En efecto, miles de usuarios de, al menos, nueve países se han adherido a este conflicto; conscientes unos y otros de la fuerza de Telefónica, han fundado el Consejo social de las Comunicaciones --un ente que agrupa a organizaciones de usuarios de esos nueve países-- para "hacer frente a los abusos de la empresa y exigir un trato justo y equitativo de la prestación del servicio de Telefónica".


De otro lado, la sede no es otra que Página web: http//www.lanzadera.com/la huelga, y e-mail:la huelga@ hotmail.com; las comunicaciones (en jerga tradicional, las octavillas) a los hipotéticos huelguistas se lanzan a través de esos mundos cibernéticos. Podemos decir satisfactoriamente que nos encontramos ante una parte de las facilidades que posibilita la innovación tecnológica, incluso para la participación de los auténticos sujetos conflictuales, que son las personas-usuarias.


Todo ello abre un camino (cuyas consecuencias no nos son posibles determinar en estos momentos) a una nueva relación entre objeto del conflicto, el sujeto que lo organiza y los recursos de nuevo estilo. A saber, la innovación tecnológica concreta que desde un "centro invisible" (en este caso, un web) se puede organizar y convocar un determinado conflicto. Por otra parte, el web --que es, a la vez, sede y octavilla-- contiene una velocidad comunicativa, desde su fijación hasta la recepción, como jamás en la historia de los conflictos haya tenido convocatoria alguna; de igual modo, estos recursos de nuevo estilo permiten inter-conectar (esto es, conectar entre-si) a los que se encuentran físicamente separados en distancias lejanísimas. Es decir, estos nuevos recursos informan y agrupan instantáneamente a miles de personas que están separadas solamente en lo físico; de donde se infiere que el espacio clásico --el espacio fordista, se entiende-- ya no es determinante (o no tan determinante como antaño) para el ejercicio de determinadas formas de conflicto social. Entiéndasenos bien, para lo que nos ocupa no es la velocidad de la comunicación el rasgo fundamental sino la capacidad de reunir (conociendo, debatiendo y decidiendo) a los que están dispersos, separados a miles y miles de kilómetros en un mismo momento; que eso se haga de manera instantánea es cosa que se da por añadidura. De manera que objeto, sujeto y recursos adquieren una nueva dimensión, no sólo técnica sino también cultural. Lo insólito de dicha relación es que ya no afecta a las personas que son abarcables con la vista --como lo era el ágora griega o la asamblea fordista-- sino a miles de personas inabarcables con los ojos, dadas las distancias entre todos ellas. Y todavía más: de la misma manera que la asamblea fordista se realizaba en el lugar natural de una superficie concreta, la asamblea interconectada de los internautas también se ha desarrollado en un lugar natural, mejor dicho: en muchísimos lugares naturales. Podemos decir, en consecuencia, que se ha establecido un vínculo diverso entre espacio (el lugar físico donde está cada internauta) y el tiempo instantáneo (en el que se establece la colectiva intercomunicación).

Este conflicto de los internautas (al igual que otras experiencias) propone una nueva relación entre tecnología y conflicto social que debe ser estudiada por el sindicalismo confederal en cuyo seno existen ya unas prácticas muy minoritarias. Nosotros pensamos que sería erróneo interpretar esta fenomenología con viejas categorías o, peor aún, confrontarla con los modelos tradicionales dejándose guiar sólo por la nostalgia de una época en la que parecía posible una comunicación más rica y humana, que siendo ejercitada como si estuviésemos en el tradicional fordismo, ya no concita la agrupación física de las personas en la asamblea en la que hemos crecido y desarrollado

Para nosotros está meridianamente claro que estos hechos participativos conservan la misma esencia que los de la tradicional asamblea, aunque cambie el aspecto formal del estar juntas, físicamente, las personas. En otras palabras, se mantiene el conocimiento, el debate y la decisión colectivos y, formalmente, se les re-agrupa de otra manera. Es, sin ningún género de dudas, una alternativa a la objetiva dispersión física de las personas que provoca la utilización de las nuevas tecnologías.

En este conflicto de los internautas podemos sacar otra lectura más. La comunicación de todo tipo de mensajes (elaboración de las reivindicaciones, su razonamiento y la decisión de cómo y cuándo se ejercita el conflicto) es directa, esto es, no mediada por ningún tipo de sujetos o estructuras intermedias. Se reducen, por tanto, los matices y distorsiones que se dan en el conflicto tradicional como fruto de la cadena de estructuras intermedias y la subjetividad como cada una de éstas percibe las razones de dicho conflicto. Esta relación directamente intercomunicada redimensiona el carácter del grupo dirigente y la particular figura del secretario convencional, cuyo poder no viene ya del número y de la calidad de los secretos que guarda sino de su fuerza intelectual y propositiva. Experiencias como ésta indican que no existe la "cadena jerárquica" entre el centro y las periferias; al menos en este conflicto se han roto las intermediaciones y la relación de poder basada en el monopolio de la información tradicional de arriba-abajo.


Permítasenos una aparente (sólo aparente) digresión. En la lucha contra la Dictadura franquista la parte más organizada del movimiento obrero utilizó un concepto tan llamativo como la utilización a fondo de las posibilidades legales, que tuvo su traducción práctica en lo que todo sindicalista medianamente informado conoce. Pues bien, salvando todas las distancias que son al caso, vale la pena que hoy el sindicalismo confederal ponga en marcha la utilización a fondo de las posibilidades tecnológicas para el ejercicio del conflicto social; a nuestro entender hay que hacerlo con la misma naturalidad y decisión como cuando el sindicalismo dejó de utilizar la bocina de mano en las asambleas para apropiarse del altavoz eléctrico y del inalámbrico; con la misma naturalidad, también, con que miles de sindicalistas han asumido la cotidianidad del telefonillo portátil.

En resumidas cuentas, no estamos ante el fin del ejercicio del conflicto social. Este es un testamento ideológicamente dirigido al movimiento de los trabajadores que está siendo contestado por unas incipientes formas de realizar la disidencia. El sindicato --que también debe ser un sujeto organizador de los saberes y experiencias-- debe promover nuevas discusiones en torno a todo ello. Un sindicato confederal que debe percibir cuándo determinadas formas del ejercicio del conflicto --no decimos el conflicto-- acaban siendo fungibles y devienen inútiles, y por lo tanto deben ser re-emplazadas por otros mecanismos. Desde luego, la salida gradual del taylorismo que preconizamos no puede ir acompañada por el ejercicio de un conflicto cuyas características siguen siendo del sistema que se quiere superar. O, en otras palabras, el deslizamiento hacia otro paradigma de organización del trabajo debe ir teniendo su plena correspondencia del mayor número de los elementos que le acompañan: proyecto, reivindicaciones generales y de las diversidades y también las formas de cómo es el sujeto social y de qué manera ostenta su propia alteridad.

viernes, 10 de julio de 2009

HOMENAJE A ANGEL ROZAS

10 DE junio DE 2009



Ángel Rozas, uno de los grandes padres fundadores de Comisiones Obreras, ha muerto en Barcelona hoy por la tarde. No hace falta que diga que nuestro hombre era la persona más respetada y querida de la familia comisionera catalana.No me es fácil hablar de Ángel y menos ahora impresionado por el desenlace. Digo que no me es fácil porque odiaba los elogios, que le ponían de mal humor. Lo conozco desde hace cuarenta y cinco años, prácticamente toda una vida. La de una persona que dedicó todos sus esfuerzos, desde su militancia en el comunismo de los sueños (y no en el de las pesadillas) y la acción sindical, a la defensa de los intereses de los trabajadores. Una activísima militancia que le costó un Consejo de Guerra y largos años de prisión en la cárcel de Burgos, varias condenas del Tribunal de Orden Público y nuevas detenciones; finalmente, el exilio: en París era uno de los representantes de Comisiones Obreras en la célebre Delegación exterior (DECO).Era un hombre templado, de una refinada sabiduría, afectuoso con la gente, profundamente unitario con todas las corrientes de expresión del sindicalismo de Comisiones Obreras. Lo que no impedía que, en momentos de gran trascendencia, pegara un puñetazo encima de la mesa y poner orden, calma y compostura.Igual prestigio tenía en el sindicalismo europeo. Yo he sido testigo de la admiración que le tenían dirigentes como Luciano Lama, Bruno Trentin y Georges Séguy. Pero, sin duda, lo que más apreciaba fue el afecto que le tenían los jóvenes de Comisiones Obreras de Catalunya. La escuela de formación de estos nuevos sindicalistas lleva su nombre.Me es, como he dicho antes, muy difícil hablar de nuestro Ángel. Él y su compañera, Carmen Jiménez Tonietti, me trataron como un hijo. Carmen fue una de las mujeres que, a lo largo del franquismo, visitaba cada mes a los presos llevándoles paquetes de comida y el apoyo moral.Ángel Rozas, persona modesta, sólo exhibía un fiero orgullo en solemnes ocasiones: “A mí no me persiguió el fascismo; fui yo quien le persiguió a él”. Que dejaba atónito a más de uno. Querida familia, os dejo con nuestro hombre: Angel Rozas, Maestro de sindicalistas, aquí podemos seguir aprendiendo cómo se las gastaba nuestro amigo.

Mi intervención en la despedida de Ángel Rozas en el Salón de Actos de CC.OO. de Catalunya. Barcelona, 4 de Junio de 2010.






José Luís López Bulla









El filósofo inglés George Edward Moore afirmó: “antes de construir grandes sistemas, asegurémonos de qué están hechos los ladrillos”. No consta en lugar alguno que la generación fundadora de Comisiones Obreras, en los primeros andares de aquello, conocieran dicha cita. Pero, sin lugar a dudas, Ángel Rozas, Cipriano García, Josep Cervera, Luís Romero, Ángel Abad, Martí Bernasach, Agustí Prats, Tito Márquez y otros muchos sabían que lo que estaban poniendo en marcha eran buenos materiales, que los ladrillos de aquella arquitectura eran sólidos. Dígase con naturalidad, sin altanería: tal vez Comisiones fue la construcción sociopolítica más original en aquellos tiempos del antifranquismo. Obra de aquella generación de la que Luís Cernuda, poeta muy estimado por Ángel, hubiera podido decir que como “testigos irrefutables de toda la nobleza humana no fuisteis uno. Fuisteis muchos”.Aquellos materiales resistentes eran la construcción de un nuevo movimiento sindical, las libertades democráticas, la defensa y promoción de los derechos de los trabajadores y sus familias. A esa gigantesca tarea –que ellos lo hicieron con naturalidad, sin aspavientos— dedicó nuestro Ángel Rozas prácticamente toda su vida. Cosa que hizo desde el sindicalismo y desde el comunismo de los sueños, no el de las pesadillas, según dijo nuestro Manuel Vázquez Montalbán del amigo inseparable de Ángel, Cipriano García.Ángel fue uno de esos autodidactas que tanto han distinguido al movimiento sindical catalán. Él mismo acostumbraba a decir que “había aprendido a leer a la luz del farol de la esquina”, y no era ciertamente una metáfora. Fue un hombre sabio, forjado en la universidad de la fábrica, la calle y la prisión: un considerable almacén de saberes empíricos, que distinguían a nuestro prestigioso amigo y compañero. Posiblemente la persona más querida de nuestro sindicato.Igual prestigio tenía en el sindicalismo europeo. Yo he sido testigo de la admiración que le tenían dirigentes como Luciano Lama, Bruno Trentin y Georges Séguy. Pero, sin duda, lo que más apreciaba fue el afecto que le tenían los jóvenes de Comisiones Obreras de Catalunya. La escuela de formación de estos nuevos sindicalistas lleva su nombre.Me es difícil, como he dicho antes, hablar de nuestro Ángel. Él y su compañera, Carmen Jiménez Tonietti, me trataron como un hijo. Carmen fue una de las mujeres que, a lo largo del franquismo, visitaba cada mes a los presos llevándoles paquetes de comida y el apoyo moral. A ella va también mi emocionado recuerdo. Parece que les estoy viendo en aquel lejano 11 de septiembre de 1967 en el caos de aquella manifestación, de bracete los dos, zarandeados por la policía. Todos los detenidos fueron trabajadores. La mesocracia, temerosa, no pasó del entresuelo; hoy, no pocos de ellos, se disfrazan de septiembre para no infundir las sospechas de su larga siesta bajo el franquismo.Queridos amigos y queridas amigas, después de Ángel Rozas, ¿qué? Muy fácil, los materiales –ciertamente renovados-- que hicieron posible la construcción del sistema-Comisiones Obreras: este es el mejor homenaje a nuestro compañero, que fue simultáneamente serio y guasón, paciente e inquieto. Y, como diría Thomas Mann: un hombre de gran formato.

domingo, 28 de junio de 2009

ACORDAROS DE JULIAN BENDA


En los últimos tiempos han proliferado los documentos suscritos por esa inmensa cofradía de los abajofirmantes. Pero en pocas ocasiones tales pronunciamientos colectivos han tenido tanta importancia como los dos recientes que se refieren al mundo del trabajo. De un lado, el de los Cien; de otro lado, el de los Setecientos, concretamente la DECLARACIÓN SOBRE EL TRABAJO COMO ELEMENTO CLAVE EN UN SISTEMA DEMOCRÁTICO. Naturalmente corresponde a “los cien” publicitar el suyo. En todo caso, uno y otro vienen a representar hasta qué punto existe una honda preocupación en la comunidad académica por estos asuntos.









Ambos materiales tienen, con perdón, una cosa en común: los infra escritos son iuslaboralistas, economistas y sociólogos. Lo que, ciertamente, no es moco de pavo. Repasando la nómina curricular de los abajofirmantes noto que hay una clamorosa ausencia de otras disciplinas académicas, tanto de las Humanidades como las de Ciencias. Por ejemplo, filósofos e ingenieros. Desde luego sería apresurado concluir que tan celebrado personal no esté interesado en el trabajo como elemento clave en un sistema democrático. Lo más probable es que la comisión organizadora no haya caído en la cuenta de que también es necesaria la voz de las otras ramas de las ciencias teóricas y las aplicadas, aunque ello no disculparía del todo a estos últimos.


Sea como fuere, tengo la impresión de que hay un numeroso sector de intelectuales que se encuentran cómodamente al margen de los grandes problemas que afectan al común de los mortales. Esto es, desoyendo las prédicas de su santo patrón, Julien Benda, el de la “trahision des clercs”. Lo que, por otra parte, tampoco exculparía a los organizadores de manifiestos a llamarles a la participación activa. Porque –disculpad las pejiguerías de este viejo cascarrabias— el trabajo como elemento clave en el sistema democrático no es cosa exclusiva del “corporativismo” de oficio académico.


Ahora bien, más allá de cualquier limitación, lo cierto y real es que el documento de los Setecientos ha tenido una difusión que rebasa los tradicionales márgenes (por lo general, escasos) de tales documentos.


martes, 19 de mayo de 2009

LA BENEFICENCIA GLAMOUROSA

Considero francamente negativo la amplitud de la “política de chequera” que, desde hace tiempo, está llevando a cabo el gobierno de Zapatero. Sin ir más lejos, ayer se abordaba desde este artefacto, llamado blog, algunas preocupaciones al respecto. Hoy iremos por un camino diverso en nuestra amable crítica a la mencionada política cuya definición nos ahorramos por suficientemente sabida. Las Comunidades Autónomas, por su parte, tampoco se andan con remilgos: de un lado, crean nuevos espacios para su particular talonario y, de otro lado, pujan al alza de aquellos cheques que se deciden más arriba. Así pues, estamos ante una subasta de proporciones gigantescas que entra en competencia con las bases de un welfare racional, eficazmente protector y económicamente sostenible.
Por lo demás, resulta chocante que mientras se habla de “un nuevo modelo económico” (sin que, ciertamente, nadie haya apuntado en qué consiste) se eche mano a medidas de beneficencia glamourosa, por ejemplo: las ayudas a quien quiera comprarse un coche. U otras por el estilo que, como es natural, concitan el embelesamiento de los operadores económicos que resultan beneficiados al tiempo que originan una amplia cohorte de los todavía no subvencionados bajo el potente lema “¿qué hay de lo mío”? de hondas raíces celtibéricas. Me dicen los responsables del Club Náutico de Parapanda que están recogiendo firmas en su cahier de doleances para que sean subvencionados los mesocráticos barquitos de vela.
Me lo dijeron ayer las lenguas de doble filo, robándole el constructo al maestro Rafael de León: esta política de chequera es bilingüe. De un lado, se orienta a compensar al pueblo mondo y lirondo –asimétricamente, por supuesto—por el welfare bussines que se endosa a los de arriba; y, de otro lado, podría ser la zanahoria electoral.
Radio Parapanda dedica esta canción, con aparente malevolencia, al público en general. Canta
Miguel de Molina: La bien pagáPor otra parte, atención a la NUEVA DIRECTIVA DE LOS COMITES DE EMPRESA EUROPEOS en la voz de nuestro Simón Muntaner, asesor jurídico de esta emisora.

domingo, 10 de mayo de 2009

ZAPATERO, EMPUS FUGIT


1.-- Nuevamente el presidente del Gobierno ha planteado la necesidad de “un gran acuerdo sobre el modelo de crecimiento económico”; sin ir más lejos, eso fue una de las cosas importantes que dijo ayer en Albacete. Comoquiera que, desde estas páginas, hemos alentado a dicha operación y hemos animado a Ignacio Fernández Toxo a insistir en su propuesta de un pacto nacional sobre el empleo y la crisis, nos concedemos una bula parcial para volver sobre tan notorio asunto.


Es preciso que
 Zapatero se meta urgentemente en harina. ¿Qué quiere decir que el gobierno convocará “en las próximas semanas” a los dirigentes empresariales y sindicales para ponerse manos a la obra? Desde luego, hemos de convenir que las próximas semanas son por definición las próximas semanas. Pero la experiencia nos enseña que el presidente percibe el paso del tiempo de una manera un tanto particular, como si ese lapso de tiempo estuviera relativizado por la inmensidad de lo que es eterno: algo así como que, desde la caída de Constantinopla hasta nuestros días, han pasado unas pocas semanas. En todo caso, empeñada la palabra presidencial –y valorando su tan claro como enérgico planteamiento de que no habrá recortes sociales— sólo nos queda que nuestro amigo Lucho Gatica, contra su costumbre, haga que el reloj marque las horas. No hace falta argumentar en demasía: la crisis no tiene la cortesía de esperar. Pero, además, dado que el presidente viene reiterando este planteamiento desde hace semanas, es lógico suponer que en la alacena de las organizaciones sindicales y empresariales están –viendo pasar el tiempo como la Plaza de Alcalá— los asuntos a negociar. Bien, esto nos lo imaginamos prudentemente.


2.-- También en Albacete el presidente Zapatero ha hecho otro planteamiento que requiere una serena meditación: la renta mínima de inserción dependiente de las comunidades autónomas.


Vamos a detenernos un momento: en principio es preciso aclarar que no estamos en ninguna de las fuertes variantes de lo que algunos conocen como la renta básica por la que tanto están batallando mi amigo 
Daniel Raventós y Phillips van Parijs, entre otros; más bien parece referirse a lo que está legislado en ciertas comunidades autónomas como, por ejemplo, Catalunya y Euzkadi. Pues bien, se me abren dos interrogantes: uno de método, otro de fondo.


En los últimos tiempos estamos observando un extraño planteamiento: el gobierno central endosa toda una serie de medidas de a las comunidades autónomas en una, como mínimo, extralimitación de las funciones y poderes de aquél. Lo que, en mis limitadas entendederas, no tiene buena cara, incluso si las comunidades tuvieran (que no es el caso) un adecuado sistema de financiación. Estamos ante una práctica legiferante invasiva que merecería la calificación de extrañamente constitucional. Más todavía, se trata de una serie de decisiones tomadas de manera unilateral. Pero hay algo cuya complejidad no nos es dado ignorar y, ni siquiera, mirar por el rabillo del ojo. No es buena cosa que el presidente Zapatero haga jugar al Parlamento un papel del que, en mi opinión, carece. Así las cosas, se provoca: un conflicto absurdo de legitimaciones; una visible desestabilización de las instituciones representativas del Estado; una confrontación en el sistema de regulación jurídica; una confusión entre los representados y los representantes. Elementos todos ellos que pueden llevar a islas de Estado confuso. Estaríamos ante una desmesura que podría contener --en palabras que utiliza 
Boaventura de Sousa Santos, para otros menesteres, en "Sociología jurídica. Por un nuevo sentido común en el derecho" (Trotta, 2009)-- "la semilla de la frustación de las promesas incumplidas". Del viejo, el consejo: alguien con buena mano debería recomendar al presidente Zapatero una buena contención de su hybris. Dicho así queda suficientemente educado y cortés. Esto en cuanto al método.


En lo atinente al fondo: es conveniente, sobre todo, saber qué es prioritario, más factible y más eficaz. Digo con una cierta tartamudez en mis palabras: ¿qué es más conveniente poner en marcha una renta mínima de inserción o afianzar, más y mejor, algunos de los amortiguadores sociales ya existentes, aunque sea de manera coyuntural? Por ejemplo, el seguro de desempleo. De este modo tendríamos: a) un finalismo más claro, y b) menos burocrático, porque existe la infraestructura administrativa y de gestión. ¿Hace falta argumentar más?


Sea como fuere, lo importante es que el motorista salga de la Moncloa, aunque bastaría con un sms o un correo electrónico que dijera: “Hola, quedáis convocados pasado mañana. Venid con la cabeza clara, la frente despejada que nos ponemos manos a la obra”. Porque, en caso contrario, las próximas semanas parecen muy lejanas. 
Cándido y Toxo --me juego lo que sea-- no tardarían ni un periquete en llegar.




Radio Parapanda, en su sección de discos dedicados, pone en antena, una bella pieza musical, dedicada a la promoción de licenciados en Derecho de la Facultad de Albacete. Se acabó la carrera, no el estudio: Haendel Le Messie Hallelujah Handel Aleluia Alelluia. Nos vemos el día 5 de Junio.

martes, 28 de abril de 2009

EL SINDICATO, ACCIONISTA MAYORITARIO DE LA CHRYSLER

Días atrás,  anunciábamos que era inminente un acuerdo entre la empresa FIAT y el sindicato norteamericano UAW, la organización de los trabajadores del sector, sobre Chrysler: el sindicato se haría con el 55% y la empresa italiana con el 35 %. El resto iría al Gobierno norteamericano y a los acreedores garantizados. El acuerdo está ya a punto de caramelo, sólo falta cerrar la negociación con la Banca.


El acuerdo prevé una inversión de 8.000 millones de dólares por parte de FIAT, la creación de 4.000 puestos de trabajo entre los trabajadores afiliados al sindicato y la fabricación en las factorías norteamericanas de un modelo de coche FIAT. Por otra parte, Daimler cedería a Ceberus su 19.9 % y a cancelar los 1,5 mil millones de dólares que prestó a Chrysler. Dentro del acuerdo, la firma alemana pondrá, en los próximos tres años, 600 millones de dólares en las cajas del fondo de pensiones de los ex trabajadores de la ex Damler Chrysler. Las contrapartidas en el terreno social ya fueron explicadas en la entrada que citamos más arriba. Por su parte, el sindicato (alemán) de la OPEL dice que no acepta la reducción de los costes de 1,2 mil millones de dólares prevista en la propuesta de la empresa. Más exactamente lo que dicen es que no aceptarán la contribución de los trabajadores sin un claro plan industrial para el futuro de OPEL. Por lo demás, otro problema es que el sindicato de OPEL considera “indeseable a FIAT, negligente y poco profesional”. La salida que prefieren los sindicalistas es un ingreso temporal del gobierno alemán.


A su vez, el amigo 
Gianni Rinaldini, primer dirigente de la federación metalúrgica de la CGIL, es de la opinión que FIAT, antes de lanzarse a esta operación, debería haber elaborado un plan industrial para sus factorías en Italia. El secretario general de la CGIL, Guglielmo Epifani –tradicionalmente enfrentado a Rinaldini – ha expresado una opinión matizada: “el acuerdo entre los sindicatos americanos y Chrysler, en puertas de un pacto con la FIAT, es un paso adelante, pero hay que pensar en la producción y el empleo en Italia, salvaguardando sus empresas”.


Sindicalmente hablando nos encontramos, como mínimo, ante dos elementos: una, que un sindicato se va a convertir en el accionista mayoritario de una empresa (en este caso trasnacional); los contradictorios planteamientos que cada organización sindical tiene ante un problema global. Esto último no es noticia, pero en este caso da la impresión que tanto los italianos como los alemanes tienen la lógica desconfianza de que sus empresas se hagan grandes fuera de sus propios países a costa de empequeñecerse en su propio país. Lo que muy particularmente ocurre en Italia: Fiat vuelve a tener problemas, afirman sus dirigentes, debido al carácter errático de la demanda.


Cuestión aparte es que una organización sindical se convierta, como hemos dicho, en accionista mayoritario y, más todavía, de una empresa trasnacional: nada menos que de Chrysler. El sindicato, así las cosas, sería arte y parte: dueño de la mayoría del capital y defensor de la condición asalariada, representante de los Capuleto y los Montesco. Falta por ver qué repercusiones tendrá esta anomalía así en los Estados Unidos como en todo el mundo. Se trata de una serie de novedades que traerán más de un quebradero de cabeza a las organizaciones sindicales de los Estados nacionales y las supranacionales. Por nuestra parte, de momento sólo nos queda recordar que, si bien algunas viejas herramientas de la acción colectiva están en entredicho, no todo lo que viene de nuevo podría tener una orientación de sentido. Por lo demás, sólo queda esperar que no se cumpla un dicho que acostumbraba a poner en circulación mi padre adoptivo, 
Ceferino Isla, (afamado maestro confitero y exponente de la filosofía post estoica santaferina): "Ni sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió". Que, en el caso que nos ocupa, no requiere mayor explicación a creyentes y gentiles.

sábado, 4 de abril de 2009

El Presidente Rodríguez Zapatero ha planteado dos iniciativas de gran calado y extenso recorrido: el cambio de modelo productivo y una ley de sostenibilidad de la economía. Los que profesan el antiguo oficio de pesimistas al por mayor se disponen, con renovado ardor guerrero, a manifestar que es una venta de humo; quienes ejercen el pesimismo al detall abren los ojos como platos y, como el ruiseñor lorquiano, parecen decir “veremos”. En cualquier caso, Zapatero expone un proyecto ambicioso y de gran coraje político.


Los problemas, sin embargo, empiezan cuando –hasta la hora presente— el Presidente del Gobierno no ha planteado en ningún medio unos mínimos contenidos concretos de su audaz (y necesaria) iniciativa. Es más, todavía no ha vinculado el cambio de modelo productivo con la ley de sostenibilidad de la economía. Es decir, no ha hablado de los vínculos y compatibilidades entre lo uno y lo otro. De donde el lector poco avisado podría entender que se trata de dos retos más o menos diferentes.


Y los problemas siguen cuando nadie está informado acerca de qué bases, por mínimas que sean, existen para convertir en acto el potencial deseo de Rodríguez Zapatero. Es decir, qué humus hay para, desde ahí, configurar una serie de disposiciones normativas –aunque sean incipientes— sobre dicha economía sostenible.


Digamos las cosas con una aproximada claridad: la consciencia real del empresariado español no se distingue precisamente por esa labor; las prácticas negociales entre los pacatamente llamados agentes sociales tampoco apuntan a novedades en la materia; y, hasta la presente, nadie desde el mundo de los saberes ha insinuado por dónde abrir la lata. O, lo que es lo mismo, hay que tocar muchas teclas para que las propuestas de Zapatero vayan adquiriendo una mínima fisicidad. Si no se abren –gradualmente, por supuesto— esas latas, los pesimistas al por mayor podrán afirmar, desparpajadamente, que eso eran pollas en vinagre.


Por lo demás, tanto la construcción de un nuevo modelo productivo como su ley “de acompañamiento” (la de la sostenibilidad de la economía) no pueden ser un conjunto de retales dispersos, desconectados los unos de los otros. Y más todavía, de manera articulada es preciso concretar un conjunto de variables que encajen aproximadamente en el polinomio. De momento, tengo para mí que sin una reforma fiscal, orientada en esa dirección, no hay posibilidad alguna de llegar a buen puerto. Y, sin pelos en la lengua: no es posible que la presente negociación colectiva –plagada mayoritariamente de contenidos fordistas— pueda jugar un papel adecuado para el mencionado proyecto.


Pido disculpas si se me va la mano, pero la pregunta que viene me lleva por la calle de la amargura: ¿con qué líderes políticos, empresariales y sociales se pone en marcha tan necesaria iniciativa? La respuesta es clara: con los que hay. Porque no se puede esperar el relevo. Ahora bien, los que existen, están en mayor o menor medida contagiados de toda una serie de prácticas que van en dirección contraria de lo que se ha planteado.

¿Pesimismo al por menor? No, es una manera amable de llamar la atención de las interferencias y, en algunos casos, dificultades existentes. De manera que no hay más remedio que recordar al viejo don José Zorrila: “Haremos … lo que podamos / Escribano, al caer el sol / al Cristo que está en la Vega / tomaréis declaración”.

martes, 31 de marzo de 2009

HACE TIEMPO QUE VENGO AL TALLER ...

Dos personalidades del peso institucional como Barroso, Presidente de la Comisión Europea, y Trichet, Presidente del Banco Central Europeo, han afirmado desparpajadamente que la Unión europea ha tomado ya todas las medidas necesarias frente a la crisis y, ahora, lo que resta es esperar y ver. Según leo, algo por el estilo dijo el presidente Hoover en un momento dado tras la crisis de 1929. Dos años más tarde, las cosas empeoraron y Roosvelt se encontró los Estados Unidos hecho trizas. Las cosas tardaron en enderezarse como es sabido. Por si las moscas –esto es, como sospechando que todavía queda mucho que hablar del bacalao— los caballeros del G20 se han dado cita en Londres el día 2 de abril. Formalmente se han puesto el listón muy alto: elaborar nuevas reglas para el funcionamiento de los mercados financieros. Ya veremos en qué queda el asunto. De momento, hoy se reune una delegación de la Central Sindical Mundial con el premier inglés que es el anfitrión de la cumbre. Por cierto, en esa delegación figuran los primeros espadas italianos de la CGIL, CSIL y UIL que deberían aprovechar el tiempo en cualquier pub londinense y ver cómo reorientan la dificilísma situación que tienen entre ellos mismos porque –ya lo hemos visto en la crónica de Simón Muntaner-- las relaciones sindicales en aquel país están que da pena, penita, pena.


No quiero ser cenizo pero lo más probable es que redacten cuatro jaculatorias (“Jesusito de mi vida / eres niño como yo / por eso te quiero tanto / y te doy mi corazón” y otras) en forma de placebos al tiempo que encargarán a sus escribas sentados que, en caso de no salir bien las cosas, echarle las culpas a los países emergentes como China, Rusia, India y Brasil. Lo que es tan verdad como la oposición de los grandes intereses de las grandes compañías occidentales a la regulación de los mercados financieros. Mientras tanto, los últimos datos son de infarto:
en el último trimestre, el crecimiento global ha sufrido una contracción del 5 por ciento, la caída más grave de los últimos sesenta años, según informan los amanuenses del Fondo Monetario Internacional. Por no hablar del reciente informe que ha hecho público la Central Sindical Internacional: 
Nuevo informe de la CSI: La crisis alimentaria mundial.




Mientras tanto, la Unión Europea está a la Luna de Valencia. Por no hablar del Banco Central Europeo que hasta hace muy poquitos meses insistía –impasible el además— que el problema era la inflación, a pesar de que todos sus dirigentes estudiaron en un colegio de pago. Pues bien, a falta de una política anti crisis, estos caballeros insisten en la necesidad del respeto riguroso a los planteamientos de Maastricht, muy particularmente a no escaparse del 3 por ciento del déficit público. Es preciso que Dios no les conserve su mala vista a todos ellos.





Discos dedicados. Radio Parapanda tiene el placer de poner en antena la voz más sublime que hemos oído a lo largo de cien años en el timbre de soprano: doña Renata Tebaldi. Queremos compartirla con el maestro Ángel Rozas que, en tiempos clandestinos se llamaba Máximo o García en un intento desesperado de despistar a la policía. Oigan: Casta Diva. El maestro Bellini, hijo predilecto de Parapanda, es el autor.