Primer tranco. Lo que hemos vivido en las últimas horas más parece un esperpento del gran don Ramón María que otra cosa. A decir verdad, a mis años no había visto algo tan poco edificante como los vaivenes y aturrullamientos del Gobierno con el tema de las pensiones. No es cosa de hacer bromas, aunque ciertamente es muy difícil tomarse las cosas en serio. Dicho con prontitud: esto es una crisis caballuna de las formas de gobernar. Es cierto que en tiempos de don Pedro Solbes se dieron algunos anticipos, pero lo de las últimas cuarenta y ocho horas lo supera con creces: un estajanovismo desordenado de propuestas –unas diciendo pitos, otras rumbo a Bruselas tocando flautas— provinentes de las covachuelas del Ministerio que dirigen la Salgado y Campa: la casa de tócame, Roque. Mientras tanto el presidente del gobierno, raudo como una centella –cuando la tarde languidecía y renacían las sombras— tomaba su aeroplano y ponía rumbo al desayuno (putativamente santurrón) en los Estados Unidos: la familia que reza unida, permanece unida. Todo un gasto inútil, habiendo en nuestro país santuarios, ermitas y cenobios de más alta devoción popular. Por ejemplo, ahí están –viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá— el Monasterio de Las Huelgas o la Ermita de los Tres Juanes que mira, desde lo alto, la vega de Granada, una ciudad que está cerca de Santa Fe. O sea, puestos a rezar no hay motivos para gastar, en estos tiempos de crisis, tanta gasolina por los aires de los aires de los aires, amén.
Segundo tranco. Con esta zahúrda el Gobierno ha enviado unos mensajes que han arruinado algunas de sus joyas más queridas. Por ejemplo, la Ley de sostenibilidad económica. Se supone que el objetivo es –perdonen la tautología— que la economía sea sostenible. Porque si la ley es tan demiúrgica, ¿a qué viene esta retahíla de medidas? Es más, hasta la presente, nadie nos ha dicho qué fundamentación tienen: ¿es la cuestión del envejecimiento de la población? ¿es el resultado de todo un cúmulo de presiones desde “los mercados internacionales”, de las instancias internacionales y otros sinedrios más o menos relevantes?
Si se trata de lo primero (el envejecimiento de la población), estamos ante un problema no digo ficticio, pero sí de coartada. Pero en ambas cuestiones el Gobierno ignora algo que sabemos desde hace no pocos quinquenios: lo importante no es cuántos trabajan, sino la productividad que tienen. De ahí el tiempo que se ha perdido (y lo que te rondaré, morena) en no relacionar la argamasa del Estado de Bienestar con la innovación tecnológica a través de un pacto social en esa dirección. Y si se trata de lo segundo (las presiones de los mercados y los chambaos internacionales) el resultado ha sido justamente lo contrario: las caídas de la Bolsa de Madrid, ayer un 2,27 por ciento y hoy el batacazo de casi el 6 % y el cachondeo internacional ante ese desgobierno. Pues bien, si se trata de lo primero: ahí está la instancia del Pacto de Toledo. Si se trata de lo segundo: se toma una medida “para toda la vida” ante una situación contingente, sabiendo que “los mercados extrapolan a corto plazo”, según dejó enseñado Claude Bébéar, fundador y presidente de Axa, empresa líder mundial del sector de Seguros. [Acabarán con el capitalismo, Paidós, 2004]
Ante esta situación, han surgido desorientación e inseguridad, estupor y miedo de millones de personas que, ante este zafarrancho, pueden haber entrado en una crisis de vida: ¿cuándo me jubilaré y en qué condiciones? Un tema que bordaría Ulrich Beck.
No parece que el Gobierno haya caído en la cuenta del efecto resonancia: la duración de sus vibraciones tendrá un largo recorrido. Entonces, ¿cuál es la explicación de este desordenado estajanovismo gubernamental? Gente sesuda hay por academias y ventorrillos, institutos y lavaderos que se ocuparán del asunto. Yo, por si las moscas, les propongo utilizar el viejo método de la navaja de Ockham . Que, chusquera pero no desatinadamente explicado se resume así: de todas las opciones a elegir, escoge siempre la más sencilla. Me pregunto si lo más claro es que estamos ante un problema de acrisolada incompetencia.
Tercer tranco. Como era de esperar el sindicalismo ha reaccionado oportunamente: la última semana de este mes –febrerillo loco, por más señas— las calles y las plazas serán un clamor. Como siempre es necesario que resuene el grito. Pero es más necesario todavía que –con mayor fuerza y diapasón que el grito— se ponga en conocimiento de propios y ajenos el proyecto alternativo. Un proyecto que es conocido por millares de sindicalistas pero todavía no leído y escuchado por millones de personas.
Radio Parapanda. Como música de fondo Ah mes amis de La fille du regiment con el tenor colombiano Hans Ever . Y la voz abaritonada de Simón Muntaner informado sobre el EL PROBLEMA DE LOS PIIGS
Segundo tranco. Con esta zahúrda el Gobierno ha enviado unos mensajes que han arruinado algunas de sus joyas más queridas. Por ejemplo, la Ley de sostenibilidad económica. Se supone que el objetivo es –perdonen la tautología— que la economía sea sostenible. Porque si la ley es tan demiúrgica, ¿a qué viene esta retahíla de medidas? Es más, hasta la presente, nadie nos ha dicho qué fundamentación tienen: ¿es la cuestión del envejecimiento de la población? ¿es el resultado de todo un cúmulo de presiones desde “los mercados internacionales”, de las instancias internacionales y otros sinedrios más o menos relevantes?
Si se trata de lo primero (el envejecimiento de la población), estamos ante un problema no digo ficticio, pero sí de coartada. Pero en ambas cuestiones el Gobierno ignora algo que sabemos desde hace no pocos quinquenios: lo importante no es cuántos trabajan, sino la productividad que tienen. De ahí el tiempo que se ha perdido (y lo que te rondaré, morena) en no relacionar la argamasa del Estado de Bienestar con la innovación tecnológica a través de un pacto social en esa dirección. Y si se trata de lo segundo (las presiones de los mercados y los chambaos internacionales) el resultado ha sido justamente lo contrario: las caídas de la Bolsa de Madrid, ayer un 2,27 por ciento y hoy el batacazo de casi el 6 % y el cachondeo internacional ante ese desgobierno. Pues bien, si se trata de lo primero: ahí está la instancia del Pacto de Toledo. Si se trata de lo segundo: se toma una medida “para toda la vida” ante una situación contingente, sabiendo que “los mercados extrapolan a corto plazo”, según dejó enseñado Claude Bébéar, fundador y presidente de Axa, empresa líder mundial del sector de Seguros. [Acabarán con el capitalismo, Paidós, 2004]
Ante esta situación, han surgido desorientación e inseguridad, estupor y miedo de millones de personas que, ante este zafarrancho, pueden haber entrado en una crisis de vida: ¿cuándo me jubilaré y en qué condiciones? Un tema que bordaría Ulrich Beck.
No parece que el Gobierno haya caído en la cuenta del efecto resonancia: la duración de sus vibraciones tendrá un largo recorrido. Entonces, ¿cuál es la explicación de este desordenado estajanovismo gubernamental? Gente sesuda hay por academias y ventorrillos, institutos y lavaderos que se ocuparán del asunto. Yo, por si las moscas, les propongo utilizar el viejo método de la navaja de Ockham . Que, chusquera pero no desatinadamente explicado se resume así: de todas las opciones a elegir, escoge siempre la más sencilla. Me pregunto si lo más claro es que estamos ante un problema de acrisolada incompetencia.
Tercer tranco. Como era de esperar el sindicalismo ha reaccionado oportunamente: la última semana de este mes –febrerillo loco, por más señas— las calles y las plazas serán un clamor. Como siempre es necesario que resuene el grito. Pero es más necesario todavía que –con mayor fuerza y diapasón que el grito— se ponga en conocimiento de propios y ajenos el proyecto alternativo. Un proyecto que es conocido por millares de sindicalistas pero todavía no leído y escuchado por millones de personas.
Radio Parapanda. Como música de fondo Ah mes amis de La fille du regiment con el tenor colombiano Hans Ever . Y la voz abaritonada de Simón Muntaner informado sobre el EL PROBLEMA DE LOS PIIGS