jueves, 26 de septiembre de 2013

DE LA MAYORÍA SILENCIOSA

Hasta donde la memoria me alcanza nunca se había manoseado tanto lo de la “mayoría silenciosa”. Es un recurso retórico que lo mismo sirve para un barrido que para un fregado. Pero que, en todo caso, significa la ausencia de respuestas por parte de las élites dirigentes a las demandas que vienen desde abajo.  Ahora bien, el hecho de que esté de manera ubicua en el sobado argumentario tiene unas connotaciones que, tal vez, hayan pasado por alto algunos analistas de fino paladar.

En principio todo apunta a que la cacofónica respuesta –la “mayoría silenciosa”— representaría el más absoluto  desprecio hacia lo que plantea la disidencia organizada, la respuesta colectiva, máxime cuando ahora, y desde hace ya largo tiempo, existe una permanente y sostenida movilización sociopolítica contra el conjunto de las medidas gubernamentales. Y, a la vez, sería el ninguneo del conflicto social. Amén de un considerable desdén al ejercicio de los bienes democráticos que son los derechos y deberes de la ciudadanía. También porque, con tal formulación, quienes la profieren parecen indicar que se apropian de las voluntades de quienes no se expresan públicamente. O, en otras palabras, las élites intentan monopolizar la voluntad del (aparente o real) silencio de centenares de miles de ciudadanos. Es, así las cosas, la expresión de un considerable déficit democrático que utilizan gobiernos del más variado pelaje.

De un lado, se acerca a la concepción muy extendida de que la política se ejerce sólo  en los más reducidos círculos concéntricos de lo que Pier Paolo Pasolini llamó el Palacio (il Palazzo); de otro lado, paradójicamente, viene a ser la desautorización de la política a través de la política.


Más todavía, es el pobre recurso de unas élites sin razonamiento, ni discurso, sin duda las menos capaces de la historia de la democracia española. Son unas gentes que no saben expresar nada si no es a través del papelillo (la llamada “chuleta”) que sus escribas les ponen por delante.