sábado, 26 de marzo de 2011

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE TRADU UNIONS


¿Quién dijo que Europa está haciendo la siesta? El otro día fue Portugal quien se echó a la calle, hoy han sido los ingleses –convocados por la Trade Unions Congress-- los que atestaron las calles en una de las manifestaciones como hacía decenas y decenas de años que no se veían en Londres; hoy también los alemanes se han tirado a la calle; y desde hace meses que los griegos no paran de llenar las plazas de Atenas. De hecho en la mayoría de los países europeos se han producido importantes movilizaciones, y es de justicia recordar que esta “ronda” empezó en España con la huelga del 29 de setiembre. El que diga que Europa está haraganeando se equivoca de medio a medio. Es la voz colectiva enérgicamente contraria a la crisis y a las medidas draconianas que los gobernantes pretenden imponer.



En un intento de análisis (de urgencia y provisional, por supuesto) podríamos decir que hay algunas novedades que convendría retener de cara a un posterior estudio. Hasta finales del año pasado daba la impresión que las movilizaciones de los sindicatos nacionales estaban desconectadas entre sí y con escasa –o nula-- relación con un proyecto general, europeo. Lo que está ocurriendo en los últimos meses parece indicar que: 1) existe una coordinación implícita cuyo centro es la Confederación Europea de Sindicatos; 2) aunque todavía tales acciones no responden a un proyecto sindical europeo, claramente explicitado, sí al menos están referidas a las coincidentes políticas de los gobiernos nacionales; 3) la frecuencia de esas presiones colectivas es, por otra parte, mayor que en años anteriores. Digamos, a bote pronto, que aunque no tengan los sindicatos nacionales, todavía, un proyecto “en directo”, ya empiezan a tenerlo “en diferido”. Son unas novedades no irrelevantes desde el punto de vista de un espectador comprometido como es un servidor.



¿Qué es lo que falta? Primero, una maduración europea de los sindicatos nacionales; que enhebren el conjunto de retales que andan dispersos por ahí conformando un planteamiento general, europeo. Segundo, que –ante cada problemática nacional— la Confederación Sindical Europea acuda a “su rescate”, perdón, se me ha escapado: quería decir en activa solidaridad claramente explicitada. Y, ¿Qué más falta? Un proyecto político europeo de activo sostén a todo lo que se está moviendo. Porque el sindicalismo, por sí sólo, no puede cambiar las disparatadas, injustas e ineficaces medidas que desde la Unión europea y desde cada Estado nacional están en marcha o esperando salir del barbecho. El sindicalismo confederal no puede hacerlo todo, ciertamente. Pero puede poner en marcha algo que sigue pendiente: su fortalecimiento cuantitativo y cualitativo. No es suficiente su fuerza actual. Debe convertir la conciencia posible de organizar a más personas en conciencia real. En ello, lo sabemos, están. Pero quizá haya que insistir en ello, aún a riesgo de ser tildado como un latoso. Tal vez haya que estudiar las lecciones de antaño, cuando en los procesos de activas y potentes movilizaciones la hipótesis de estar afiliado (conciencia posible) se convertía en realidad. De momento --a la espera de más y mejor reflexión-- ahí queda eso de la importancia de llamarse Ernesto, perdón, Trade Union Congress.